Por James Mackenzie

JERUSALÉN (Reuters) -Las desavenencias en el gobierno israelí sobre la guerra en Gaza se han hecho evidentes esta semana, después de que el ministro de Defensa exigiera públicamente una estrategia clara al primer ministro, Benjamin Netanyahu, mientras las tropas volvían a luchar contra los combatientes de Hamás en zonas que se creían despejadas desde hace meses.

Los comentarios del ministro de Defensa, Yoav Gallant, que dijo que no aceptaría la creación de un Gobierno militar en el enclave, reflejan el creciente malestar en el estamento de seguridad por la falta de directrices de Netanyahu sobre quién se quedará al mando de Gaza cuando cesen los combates.

También pusieron de manifiesto la fuerte división entre los dos exgenerales centristas del ejército en el gabinete, Benny Gantz y Gadi Eisenkot, que apoyaron el llamamiento de Gallant, y los partidos religiosos nacionalistas de extrema derecha liderados por el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el ministro de Seguridad Interior, Itamar Ben-Gvir, que condenaron los comentarios.

"Esta no es forma de dirigir una guerra", titulaba la edición del jueves del tabloide derechista Israel Today con una foto de Netanyahu y Gallant mirando en direcciones opuestas.

Aparte del desmantelamiento de Hamás y la devolución de unos 130 rehenes aún en poder del movimiento islamista, Netanyahu no ha articulado ningún objetivo estratégico claro para el final de la campaña, que ha matado a unos 35.000 palestinos y ha dejado a Israel cada vez más aislado internacionalmente.

Sin embargo, respaldado por Ben-Gvir y Smotrich, ambos próximos al movimiento de colonos de Cisjordania, ha rechazado cualquier implicación en la gestión de la Gaza de la posguerra por parte de la Autoridad Palestina, creada en virtud de los acuerdos de paz provisionales de Oslo hace tres décadas y considerada en general internacionalmente como el órgano de Gobierno palestino más legítimo.

Netanyahu, que lucha por mantener unida a su cada vez más fraccionada coalición, ha atenido hasta ahora a su promesa de victoria total sobre Hamás. Después, Gaza podría ser gestionada por una "administración civil no perteneciente a Hamás con una responsabilidad militar israelí, una responsabilidad militar general", dijo en una entrevista con la cadena de televisión CNBC el miércoles.

Altos cargos israelíes han afirmado que podrían reclutarse líderes de clanes palestinos u otras figuras de la sociedad civil para llenar el vacío, pero no ha habido pruebas de que se haya identificado a ningún líder de este tipo, capaz o dispuesto a sustituir a Hamás, y ningún país árabe amigo ha dado un paso al frente para ayudar.

"Para Israel, las opciones son, o bien poner fin a la guerra y retirarse, o bien establecer allí un Gobierno militar a todos los efectos y controlar todo el territorio durante quién sabe cuánto tiempo, porque una vez que abandonen una zona, Hamás reaparecerá", afirmó Yossi Mekelberg, investigador asociado del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de Chatham House.

TÁCTICAS DE GUERRILLA

La negativa de Gallant a contemplar cualquier forma de Gobierno militar permanente refleja los costes materiales y políticos de una operación que podría estirar dolorosamente el ejército y la economía, reviviendo recuerdos de los años de ocupación israelí del sur del Líbano tras la guerra de 1982.

Yedioth Ahronoth, el periódico de mayor tirada de Israel, citó el viernes una evaluación confidencial de las autoridades de defensa que estimaba el coste de mantener un Gobierno militar en la Franja de Gaza en unos 20.000 millones de shekels (5.430 millones de dólares) al año, además de los costes de reconstrucción. Las necesidades adicionales de tropas alejarían a las fuerzas de la frontera norte con Líbano, así como del centro de Israel, y supondrían un fuerte aumento de las necesidades de reserva, afirmó.

Tomar el control total de Gaza requeriría al menos cuatro divisiones, o alrededor de 50.000 soldados, dijo Michael Milshtein, ex oficial de inteligencia y uno de los principales especialistas israelíes en Hamás.

Aunque miles de combatientes de Hamás han muerto en la campaña y los mandos israelíes afirman que la mayoría de los batallones organizados del movimiento han sido desarticulados, han aparecido grupos más pequeños en zonas que el ejército abandonó en las primeras fases de la guerra.

El probable coste para Israel de una insurgencia prolongada quedó ilustrado el miércoles, cuando cinco soldados israelíes murieron a manos de un tanque israelí en un incidente denominado "fuego amigo", mientras las tropas israelíes libraban encarnizados combates en la zona de Jabalia, al norte de la ciudad de Gaza, donde el ejército afirmó en enero que había desmantelado el entramado militar de Hamás tras semanas de combates.

En aquel momento, dijo que los milicianos seguían presentes en Jabalia, pero que operaban "sin un marco y sin comandantes".

El viernes, el ejército dijo que estaba llevando a cabo una ofensiva "a nivel de división" en Jabalia, donde las tropas estaban combatiendo en el centro urbano. Afirmó que las fuerzas habían matado a más de 60 combatientes y habían encontrado docenas de cohetes de largo alcance.

El portavoz militar israelí, el contralmirante Daniel Hagari, dijo que la labor del ejército consistía en "acabar con aquellos lugares a los que Hamás está regresando e intentando reagruparse", pero afirmó que cualquier cuestión relativa a un Gobierno alternativo a Hamás sería un asunto que se decidiría a nivel político.

Aunque la mayoría de las encuestas muestran que los israelíes siguen apoyando ampliamente la guerra, ese apoyo ha ido disminuyendo, y cada vez son más los que dan prioridad a la devolución de los rehenes frente a la destrucción de Hamás. Estos incidentes pueden erosionar aún más el apoyo si continúan.

Una muestra de las divisiones sociales que pueden desencadenarse es la larga disputa sobre el reclutamiento de estudiantes ultraortodoxos de la Torá -o la biblia hebrea- en el ejército, una medida respaldada por Gantz y sus aliados, así como por muchos israelíes laicos, pero a la que se oponen ferozmente los partidos religiosos.

Hasta ahora, Netanyahu ha logrado evitar una huelga de cualquiera de los dos bandos que podría hacer caer su Gobierno.

Pero Gallant, que ya lideró una revuelta contra Netanyahu desde dentro del gabinete por los planes de recortar el poder de los jueces el año pasado, ha chocado repetidamente con Smotrich y Ben-Gvir y su más reciente desafío al primer ministro podría no ser el último.

(1 dólar estadounidense = 3,6859 shekels)

(Información adicional de Andrew MacAskill en Londres; editado por Nick Macfie y Gareth Jones; editado en español por Mireia Merino)