Los tiroteos se han convertido en un suceso casi diario en Suecia -algunos protagonizados por adolescentes- y la mayor parte de la violencia se atribuye a las bandas.

La ley sueca prohíbe actualmente que los militares ayuden a la policía en cualquier situación en la que pudiera ser necesario el uso de la fuerza, salvo en caso de atentados terroristas o guerra.

Tras una reunión con los jefes de la policía y de las fuerzas armadas, el Primer Ministro Ulf Kristersson dijo que ambos tendrían ahora un mandato oficial para explorar formas de cooperación.

El gobierno también estudiará cambiar la ley para ampliar las circunstancias en las que la policía puede solicitar ayuda militar, aunque no dio detalles concretos.

"La ola de violencia es... sin precedentes en Suecia, pero también sin precedentes en Europa, ningún otro país tiene una situación como la que tenemos", declaró en una conferencia de prensa.

El gobierno dijo que quería que el ejército y la policía se ayudaran mutuamente en materia de logística, informática forense, expertos en bombas y análisis, lo que ya podría ocurrir con las leyes actuales.

Los sucesivos gobiernos han aumentado la financiación de la policía y del sistema de justicia penal y han endurecido las penas por delitos violentos, pero hasta ahora con escasos efectos perceptibles.

Kristersson dijo que el gobierno había recibido ofertas de ayuda de toda la región nórdica, y añadió que sus homólogos de Noruega, Finlandia y Dinamarca no querían que "la delincuencia de bandas sueca se afianzara" en sus países.

Once personas han muerto por disparos mortales este mes y una murió por una bomba, lo que convierte a septiembre en el mes más mortífero desde diciembre de 2019.

Sesenta y dos personas murieron tiroteadas en Suecia el año pasado y las cifras de la policía muestran 42 muertes en lo que va de año.