Al menos 950 personas murieron y más de 600 resultaron heridas, según los responsables de la gestión de la catástrofe.

Se espera que el número de víctimas aumente a medida que la información llegue desde las aldeas remotas de las montañas.

Los edificios quedaron reducidos a escombros y se desplegaron helicópteros en las labores de rescate para llegar a los heridos y hacer llegar suministros médicos y alimentos.

El terremoto del miércoles fue el más mortífero desde 2002.

Golpeó a unas 27 millas de la ciudad sudoriental de Khost, cerca de la frontera con Pakistán, dijo el Servicio Geológico de Estados Unidos.

La mayoría de las muertes confirmadas se produjeron en la provincia oriental de Paktika.

Haibatullah Akhundzada, el líder supremo de los talibanes en el poder, ofreció sus condolencias en un comunicado.

Montar una operación de rescate podría ser una gran prueba para los talibanes, que tomaron el control del país en agosto y se han visto privados de gran parte de la ayuda internacional debido a las sanciones.

La catástrofe se produce mientras Afganistán se enfrenta a una grave crisis económica desde que los talibanes tomaron el poder, al retirarse las fuerzas internacionales lideradas por Estados Unidos tras dos décadas de guerra.

Muchas naciones recortaron miles de millones de dólares de ayuda al desarrollo, aunque las agencias internacionales, como las Naciones Unidas, siguen operando.

Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores dijo que Afganistán agradecería la ayuda internacional.