Eso es lo que ha hecho Citroën con un nuevo coche de concepto diseñado en previsión de un mundo sin recursos, que utiliza cartón en lugar de acero para esas piezas.

No se trata de un cartón corriente, sino de un formato especializado en forma de panal reforzado con un revestimiento de plástico en cada cara que es lo suficientemente resistente como para poder pararse sobre él sin que se doble.

Ha sido desarrollado en colaboración con el gigante químico alemán BASF. Esto y un parabrisas vertical diseñado para reducir la cantidad de cristal necesaria y ahorrar peso hacen que el prototipo eléctrico Citroën "Oli" parezca un todoterreno futurista.

Durante la era soviética, un mito urbano común y erróneo sostenía que el Trabant, un pequeño coche con motor de dos tiempos producido en la antigua Alemania del Este, tenía una carrocería hecha de cartón reforzado, y que si llovía lo suficiente se le podía hacer un agujero.

De hecho, el Trabant estaba fabricado con "duroplast", un plástico reforzado con residuos de algodón reciclado procedente de la antigua Unión Soviética.

Citroën, que forma parte del cuarto fabricante mundial de automóviles Stellantis, y BASF han conseguido convertir la leyenda popular en realidad.

"Es algo más que un coche de concepto como los que estamos acostumbrados a ver", declaró a Reuters Anne Laliron, directora de productos del futuro de Citroën. "Es casi una expresión de los nuevos estilos de vida".

Los diseñadores de Dacia, la marca de bajo coste de Renault, también han probado suerte en este ejercicio con el concept car "Manifesto". Presentado a mediados de septiembre, también parece salido de una película de "Mad Max", ambientado en un mundo postapocalíptico en el que el petróleo vale más que el oro.

MAPA DE CARRETERAS

El todoterreno de Dacia es un vehículo sencillo centrado en lo básico, incluido un salpicadero de corcho en el que puede fijar un mapa de carreteras de papel a la antigua usanza en caso de que no haya señal para la navegación GPS.

Para tener en cuenta los posibles efectos del cambio climático y la escasez de componentes, el Citroën Oli pesa menos de 1 tonelada (1.000 kg) y no puede superar los 110 kilómetros (68 millas) por hora.

Se han eliminado los mazos de cables de los paneles de las puertas -que sólo tienen ocho piezas frente a una media de 35 en los coches actuales-, ha vuelto el cierre con llave y el salpicadero utiliza la información del teléfono móvil del conductor para comunicarse o entretenerse.

Las ventanillas se abren manualmente y el parabrisas vertical -que también reduce el impacto de la radiación solar en el interior del vehículo y, por tanto, la necesidad de aire acondicionado- obliga a instalar un respiradero en el capó para recrear el efecto de un parabrisas en la aerodinámica del vehículo.

Oli también está diseñado para ser reciclable y fácil de reparar, de modo que pueda durar al menos tres generaciones, o 50 años.

"Es un objeto que durará, que podremos reparar, siempre teniendo en cuenta que hemos utilizado recursos para fabricarlo", dijo Laliron. "Por tanto, debemos hacer que dure el mayor tiempo posible".

El trabajo en el concept car comenzó en 2019 y ha llegado en una época acosada por la escasez de materias primas provocada por la pandemia de coronavirus y la guerra en Ucrania.

"Está claro que lo que hemos vivido en los últimos años ha reforzado aún más nuestra intuición, nuestra ambición", dijo Laliron.