La decisión de incluir el gas en la emblemática "taxonomía" de la Unión Europea, una lista de actividades verdes que ayudarán al bloque a alcanzar sus objetivos climáticos, ha suscitado un intenso cabildeo durante el último año.

Después de que la Comisión propusiera definir el gas como "verde" utilizando umbrales de emisiones más generosos que los sugeridos originalmente por los asesores expertos, varios países y políticos europeos dijeron que se opondrían.

Para ayudar a resolver la cuestión, los asesores propusieron ampliar el alcance de la taxonomía mediante un sistema de semáforo para incluir una categoría intermedia, o "ámbar", para las actividades que aún no eran sostenibles, pero que podrían llegar a serlo con el tiempo.

También respaldaron la creación de una categoría "roja" para las actividades que causan un daño medioambiental importante y que necesitan una transición urgente o ser clausuradas, así como otra para las actividades que tienen poco impacto directo en el medio ambiente.

"Es realmente importante tener claro cuáles son esas transiciones que se necesitan, para asegurarnos de que los mercados de capitales puedan comprometerse y la financiación pueda fluir para ellas", dijo Nancy Saich, Jefa de Expertos en Cambio Climático del Banco Europeo de Inversiones y miembro del grupo asesor de expertos.

Al ampliar el papel de la taxonomía, las empresas estarían en mejores condiciones de acceder a la financiación para financiar su transición a una economía baja en carbono, mientras que los inversores obtendrían más transparencia sobre lo que están financiando a nivel de cartera.

"Una pieza de un rompecabezas no da una imagen completa", dijo Sébastien Godinot, economista principal de la Oficina Política Europea de WWF.

"Necesitamos que la taxonomía contenga diferentes categorías y cubra todos los sectores clave para aclarar dónde estamos ahora y acelerar la transición hacia una economía sostenible".