LONDRES, 15 jul (Reuters Breakingviews) - A los negacionistas del cambio climático se les ha pasado el arroz. BNP Paribas Asset Management lanzó el miércoles un fondo que cubrirá sus inversiones en empresas que han emprendido la transición energética mediante la toma de posiciones cortas en las que hacen lo contrario. Es una tendencia que debería ser cada vez más frecuente.

Apostar a que van a caer en bolsa las acciones de empresas que continúan trabajando con grandes cantidades de combustibles fósiles suena obvio, pero se enfrenta a dos desafíos. Uno es que la transición energética podría llevar años, y las acciones de los rezagados podrían permanecer elevadas durante más tiempo del que el inversor medio de fondos podría estar dispuesto a esperar. Además, la dependencia de muchos inversores ordinarios de las calificaciones ambientales, sociales y de gobernanza (conocidos por sus siglas en inglés, ESG), que agrupan muchos criterios diferentes y son notoriamente difusas, significa que es difícil apostar únicamente por los factores ecológicos. Anticipar que las acciones de Exxon Mobil, que se está moviendo muy lentamente en el ámbito verde, caerán mientras que las de un fabricante californiano de pilas de combustible de hidrógeno subirán es probablemente correcto a largo plazo, pero podría ser incorrecto a corto plazo.

Además, la toma de posiciones cortas ha demostrado ser controvertida. El Fondo de Inversión de Pensiones del Estado de Japón, que mueve 1,5 billones de dólares, dijo en diciembre pasado que dejaría de prestar acciones de todo el mundo a los vendedores en corto porque el proceso carecía de lo que, a su juicio, era una perspectiva a largo plazo respetuosa con los criterios ESG. Si otros grandes inversores siguieran el ejemplo, los vendedores en corto tendrían más dificultades y sería más caro hacer apuestas.

Aun así, ninguna de las dos barreras parece insuperable. El fondo de BNP, que tiene una capacidad de 1.000 millones de dólares, no se basa en valoraciones de ESG muy estrictas, sino que hace su propio análisis. En lugar de comparar manzanas y peras, cubrirá las apuestas realizadas en empresas que se toman en serio la reducción de las emisiones con las del mismo sector que no lo hacen.

Si bien esta estrategia sigue basándose en la idea de que el mercado en general está empezando a cercar a los que malhechores climáticos, las cosas se están volviendo más transparentes. BlackRock, que maneja 6,5 billones de dólares, está animando ahora a las empresas a que expongan sus riesgos climáticos utilizando los protocolos establecidos por el Task Force on Climate related Financial Disclosure (TCFD), un grupo de trabajo para fomentar que las compañías informen a sus inversores sobre las amenazas vinculadas al cambio climático y su gestión de las mismas. A medida que se hace cada vez más evidente cuáles son las empresas que se resisten, otros inversores se verán obligados a deshacerse de sus acciones, o a reducir su exposición a ellas, aumentando el coste de capital de las compañías rezagadas. La venta en corto ecológica se convertirá cada vez más en algo automático.

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El autor es columnista de Reuters Breakingviews. Las opiniones vertidas en esta columna son responsabilidad exclusiva de su autor

(Editado por Neil Unmack y Karen Kwok; traducido por Tomás Cobos)