SHANGHÁI, 1 abr (Reuters) - Las exportaciones chinas a Rusia se están ralentizando con las oscilaciones del rublo, una clara evidencia del efecto dominó que las sanciones occidentales por la invasión rusa de Ucrania están teniendo en China, a pesar de que se mantiene al lado de su vecino en el plano diplomático.

Las multinacionales chinas se han quedado en Rusia mientras sus competidores occidentales huyen, pero son las empresas chinas más pequeñas las más vulnerables a las pérdidas por el tipo de cambio, y varias de ellas han dicho a Reuters que gran parte de sus negocios en Rusia están en suspenso mientras ambas partes esperan a que pase la volatilidad.

"Los productos que debía enviar a Rusia están en mi almacén", dijo Deng Jinling, cuya fábrica en el este de China hace frascos de vacío.

El año pasado, cerca del 30% de sus ingresos de 40 millones de yuanes (6,29 millones de dólares) procedieron de Rusia.

"Todos nuestros clientes están esperando a ver si el tipo de cambio mejora un poco. Sus costes son demasiado elevados con el tipo de cambio actual", dijo.

Otra comerciante china, que sólo dio su apellido Guo, dijo que su empresa actuaba como intermediaria entre los clientes rusos y chinos, pero que el volumen de productos como sábanas y utensilios de cocina que suelen manejar se había reducido en un tercio.

China es la mayor fuente de importaciones de Rusia, a la que vendió 12.600 millones de dólares sólo en enero y febrero, sobre todo ordenadores, coches, zapatos y juguetes, según datos de aduanas.

Tanto los importadores rusos como los exportadores chinos están aplazando sus negocios por temor a verse sorprendidos por la montaña rusa.

"La depreciación del rublo significa que se pierde dinero cada vez que hay una venta", dijo Shen Muhui, que dirige un grupo comercial que representa a más de 20.000 pequeños exportadores chinos a Rusia.

Dijo que unos pocos clientes rusos más estaban dispuestos a utilizar yuanes chinos para pagar por los bienes, pero no lo suficiente como para marcar una gran diferencia, y la demanda de sus servicios de almacenamiento en Rusia se había desplomado en alrededor de una quinta parte desde que comenzó la guerra de Ucrania y alrededor del 90% de sus miembros se habían visto afectados.

"No puedes subir los precios porque los rusos no se lo pueden permitir... Así que tienes pérdidas al convertir tus ingresos en yuanes", dijo Shen.

"Exportar a Rusia se convierte en algo que no se puede hacer".

OPTIMISMO A LARGO PLAZO

El rublo ha experimentado una enorme volatilidad frente al dólar estadounidense y el yuan chino desde que Rusia lanzó lo que llama una "operación especial" en Ucrania el 24 de febrero.

El conflicto provocó una caída de más del 40% en el valor del rublo frente al yuan, aunque la moneda rusa se ha recuperado aproximadamente un 70% desde el mínimo del 9 de marzo.

China se ha negado a condenar la acción de Rusia en Ucrania o a calificarla de invasión y ha criticado repetidamente lo que califica de sanciones ilegales y unilaterales.

Las principales empresas chinas, como Xiaomi, Great Wall Motor, han guardado en gran medida silencio sobre sus planes para Rusia.

Sin embargo, entre bastidores, China teme que sus empresas entren en conflicto con las sanciones y las presiona para que tengan cuidado con sus inversiones en el país, según informó Reuters el 25 de marzo.

El grupo estatal Sinopec ha suspendido las conversaciones sobre una importante inversión petroquímica y una empresa de comercialización de gas en Rusia, dijeron las fuentes.

Winnie Wang, presidenta de la Asociación de Comercio Electrónico Transfronterizo de Shenzhen, se mostró optimista sobre el comercio con Rusia a largo plazo, y dijo que esperaba que las exportaciones chinas aumentaran en variedad y volumen, pese a los retos a corto plazo, como la volatilidad de la moneda. 

Wang dijo que esperaba que los comerciantes pudieran desprenderse de la liquidación en dólares estadounidenses.

"Los dos países deberían trabajar juntos para diseñar un nuevo marco de pagos para el comercio", dijo.

(Informes de Samuel Shen, Sophie Yu y Brenda Goh; Edición de Robert Birsel; traducción de Flora Gómez)