El gobierno de Giorgia Meloni elevó la semana pasada sus objetivos de déficit y recortó las previsiones de crecimiento, lo que provocó un aumento de la brecha entre los rendimientos de los bonos italianos y alemanes que el jueves superó los 200 puntos básicos, la mayor desde marzo.

"Las proyecciones de los déficits fiscales de los Estados miembros de la UE para 2024-25 importan... indican si se sigue cumpliendo una de las condiciones para la posible activación del Instrumento de Protección de la Transmisión (IPT) por parte del BCE: el cumplimiento del marco fiscal de la UE", escribió la agencia en un informe visto por Reuters.

Italia ha previsto que el déficit descienda hasta el techo del 3% del producto interior bruto de la Unión Europea sólo en 2026, y no ve prácticamente ninguna reducción de la deuda durante el periodo 2023-2026.

La elegibilidad de los títulos italianos bajo el TPI del BCE "es un factor clave de su calificación crediticia BBB+/Estable", dijo Scope.

Revisará su calificación de la deuda italiana el 1 de diciembre.

El TPI es un plan de emergencia elaborado por el BCE para frenar las subidas injustificadas del rendimiento de los bonos de los países. Sin embargo, no se utilizará para comprar bonos de países que cometan "errores de política", según declaró la presidenta del banco, Christine Lagarde, tras su introducción el año pasado.

Más concretamente, los países deben respetar las recetas económicas de la UE, tener una deuda pública sostenible y no mostrar desequilibrios macroeconómicos.

Los gobiernos de la UE están negociando las nuevas normas fiscales que se introducirán el año que viene después de que se suspendieran temporalmente en 2020 debido a la pandemia del COVID-19.

LA PRUEBA DE LAS AGENCIAS DE CALIFICACIÓN

Antes de que Scope evalúe la calificación de Italia en diciembre, el país se enfrenta al escrutinio de varias agencias de mayor envergadura.

Desde mediados de octubre hasta mediados de noviembre, S&P Global, DBRS, Fitch y Moody's tienen a la tercera economía de la zona euro a examen en lo que, según los analistas, serán pruebas clave para la estabilidad de los rendimientos de los bonos italianos.

El mes pasado, el Tesoro italiano aumentó su estimación de emisión de deuda para este año debido al empeoramiento de las finanzas estatales y a los retrasos en las transferencias de la Unión Europea, el único gran país de la zona euro que lo ha hecho.

Scope también puso de relieve el riesgo de que el BCE acelere el final de la compra de bonos en el marco de su Programa de Compra de Emergencia Pandémica (PEPP), que hasta ahora se espera que continúe al menos hasta finales del próximo año.

Un cierre anticipado del programa significaría que Roma tendría que encontrar compradores alternativos de títulos por valor de unos 50.000 millones de euros (52.610 millones de dólares), alrededor del 10% de sus necesidades brutas de financiación estimadas para 2025, según los cálculos de Scope.

La agencia dijo que su expectativa era que, para seguir siendo elegible para el TPI, Italia se atuviera a una agenda de reformas y a una consolidación fiscal gradual en los próximos años.

No obstante, aumenta el riesgo de déficits fiscales ligeramente más amplios y persistentes y de nuevos retrasos en las reformas necesarias para garantizar la transferencia por parte de la Comisión Europea de miles de millones de euros de los fondos de la UE para la recuperación tras la pandemia, señaló.

(1 dólar = 0,9504 euros)