Si observara los mercados bursátiles al rojo vivo sin seguir a los bancos centrales, bien podría suponer que se están recortando los tipos de interés. Por supuesto, no lo están.

La Reserva Federal de EE.UU. interrumpió esta semana su ciclo de subidas de tipos de interés más agresivo en décadas, pero acompañó la decisión con la advertencia de que se avecinan más subidas. El Banco Central Europeo volvió a subir el jueves y se prevé que el Banco de Inglaterra haga lo mismo la próxima semana.

Pero mientras los banqueros centrales siguen tan preocupados por la inflación como lo han estado desde finales de 2021, los mercados parecen no preocuparse por nada en absoluto.

El índice de acciones S&P 500 de Wall Street ha entrado en un mercado alcista, definido como una ganancia del 20% desde un mínimo reciente, y cerró el jueves en máximos de 14 meses. El amplio indicador MSCI de valores mundiales va camino de registrar una subida semanal del 2,9%.

El repunte se produjo a pesar de que el presidente de la Fed, Jay Powell, afirmó el miércoles que el mercado laboral y el crecimiento se estaban manteniendo mejor de lo esperado, lo que probablemente alargará la lucha del banco central contra una inflación que sigue siendo el doble de su objetivo.

En lugar de escuchar esta señal, los mercados están escuchando de forma selectiva, centrándose en la narrativa del crecimiento mientras siguen presionando contra la orientación de halcones. Los operadores valoran en menos de un 70% la posibilidad de otra subida de tipos en julio.

Este enfoque sugiere que los inversores necesitan urgentemente un nuevo libro de jugadas. Muchos empezaron el año convencidos de que una recesión salvaje, provocada por las subidas de tipos, aplastaría la renta variable y haría que el efectivo volviera a inundar la deuda pública. Con los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años estancados en torno a donde estaban en enero y las acciones repuntando, cualquiera que siga manejando ese escenario tendrá dificultades para convencer a sus jefes de que está en lo cierto.

Así que los gestores de carteras de renta fija están entrando en operaciones de crecimiento en bonos de alto rendimiento y deuda de mercados emergentes. Los inversores en renta variable están pujando por las megacapitales tecnológicas, mientras adulan el potencial de aumento de la productividad de la inteligencia artificial.

El repunte del mercado también se está alimentando a sí mismo, sacando de los márgenes a los inversores que antes infraponderaban la renta variable.

Sin embargo, los riesgos de recesión no han desaparecido.

Esta semana, los economistas de Bank of America desecharon su predicción de una recesión en EE.UU. este año. Pero también advirtieron, en una nota de investigación, que nuevas subidas de la Fed podrían renovar la tensión en el sector bancario y desencadenar una contracción del crédito, perjudicando especialmente a las pequeñas empresas que aportan alrededor del 50% del empleo estadounidense.

Los inversores profesionales se ven atrapados en la poco envidiable posición de negociar una narrativa que no acaban de creerse o de perder las ganancias. Nos espera un verano difícil.

Acontecimientos que podrían influir en los mercados estadounidenses el viernes:

* Encuesta de la Universidad de Michigan sobre el sentimiento de los consumidores de junio