La inflación británica de los precios al consumo se mantuvo sin cambios en el 8,7% en mayo respecto a los datos de abril, en contra de las expectativas de una ligera caída, según mostraron el miércoles las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas.

Los economistas encuestados por Reuters habían pronosticado que la tasa anual del IPC caería al 8,4% en mayo, alejándose así del máximo de 41 años alcanzado en octubre (11,1%). La inflación subyacente -una medida que excluye los volátiles precios de los alimentos, la energía, el alcohol y el tabaco, y que el Banco de Inglaterra considera una buena guía de las presiones subyacentes sobre los precios- subió al 7,1% desde el 6,8%.

Los economistas encuestados por Reuters habían esperado que la medida se mantuviera en el máximo de 30 años que alcanzó en abril.

La inflación británica ha demostrado ser más persistente que en otras grandes economías avanzadas, siendo el IPC general el más alto del G7, justo por delante de Italia, que registró una tasa del 8,0% en mayo.

Se espera que el Banco de Inglaterra suba los tipos de interés por decimotercera vez consecutiva el jueves hasta el 4,75% desde el 4,5%. Antes de los datos del miércoles, los mercados habían aumentado sus expectativas de un máximo de los tipos del BoE hasta el 6% a principios de 2024.

La elevada tasa de inflación británica es también un problema para el primer ministro Rishi Sunak, que ha prometido reducir a la mitad el ritmo de crecimiento de los precios para finales de 2023, antes de unas elecciones nacionales previstas para 2024. (Reportaje de David Milliken; edición de William James)