"Nuestros adversarios nos observan, periódicamente hacen afirmaciones de que no tenemos esto o aquello... Quiero decepcionarles. Tenemos suficiente de todo", dijo Medvédev durante una visita a una fábrica de Kaláshnikov en Izhevsk, a unos 1.000 kilómetros (620 millas) al este de Moscú.

En un vídeo publicado en su canal de Telegram, se veía a Medvédev inspeccionando fusiles Kaláshnikov, proyectiles de artillería, misiles y aviones no tripulados.

Funcionarios militares ucranianos y occidentales han afirmado que Rusia se enfrenta a una escasez de armas tras disparar miles de proyectiles de artillería y misiles contra Ucrania desde que la invadió hace exactamente 11 meses.

Medvédev dijo a los funcionarios durante la visita que los drones estaban especialmente solicitados para lo que Moscú denomina su "operación militar especial" en Ucrania.

Tanto Rusia como Ucrania han utilizado drones en múltiples ataques desde el inicio de la guerra, ya que son relativamente baratos, precisos y se consideran más seguros que los aviones tripulados.

Irán ha suministrado a Rusia los llamados "drones kamikaze", así como misiles tierra-aire para el conflicto, lo que ha provocado nuevas sanciones occidentales a Teherán.

Medvédev, considerado en su día por Occidente como su mejor esperanza para un acercamiento a Moscú durante su etapa como presidente entre 2008-2012, se ha convertido en una de las voces más belicistas de Rusia.

Tras dimitir como presidente en 2012 para dejar paso al regreso de Vladímir Putin a la primera magistratura, Medvédev ocupó el cargo de primer ministro de Rusia durante casi ocho años antes de ser apartado a principios de 2020.

Ahora es vicepresidente del poderoso Consejo de Seguridad y el pasado diciembre se convirtió en jefe de una nueva comisión militar-industrial para supervisar la producción de armas de apoyo a la guerra.

La semana pasada afirmó que una derrota rusa en Ucrania podría desencadenar una guerra nuclear.