Ucrania ha estado tomando medidas enérgicas contra la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, vinculada a Moscú, alegando que es prorrusa y colabora con Moscú.

La iglesia niega las acusaciones y afirma que rompió todos los lazos con Moscú el año pasado, pero muchas de sus iglesias han sido registradas y docenas de sus clérigos se han enfrentado a cargos.

El metropolita Pavlo se encontraba bajo arresto domiciliario desde abril bajo sospecha de inflamar el odio religioso y justificar la invasión rusa de Ucrania lanzada en febrero de 2022.

Según la prensa ucraniana, un tribunal de distrito de Kiev ordenó su detención a menos que pagara una fianza de más de 33 millones de jrivnias, equivalentes a unos 900.000 dólares.

La agencia de noticias ucraniana UNIAN citó a Pavlo diciendo al tribunal que no podía reunir esa suma.

"Entrego al investigador y al fiscal en manos de Dios. Que sean recompensados por lo de hoy", fue citado diciendo.

El jueves, el servicio de seguridad ucraniano SBU informó a Pavlo de nuevas acusaciones en relación con una entrevista que concedió a los medios de comunicación en la que supuestamente negaba la existencia de Ucrania como Estado soberano.

Las acusaciones también se centran en el testimonio de que violó las condiciones de su arresto domiciliario en las afueras de Kiev y se dejó ver por el monasterio de Pechersk, o Cuevas, de 1.000 años de antigüedad, situado en el centro de la ciudad.

Las autoridades ucranianas han estado intentando desalojar del monasterio a los miembros de la iglesia vinculada a Moscú.

Se acusa a la iglesia vinculada a Moscú de mantener vínculos con la Iglesia Ortodoxa Rusa, que respalda la guerra y que solía ser su iglesia matriz.

La mayoría de los 44 millones de ucranianos son seguidores del cristianismo ortodoxo, pero la fe está dividida en el país.

En los meses posteriores al colapso del régimen soviético se creó una Iglesia Ortodoxa Ucraniana independiente, pero no obtuvo el reconocimiento de la jerarquía ortodoxa mundial hasta 2019, tras años de oposición rusa.