Este plan, inicialmente por un importe mucho mayor (2300.000 millones), pretende modernizar el país y sus envejecidas infraestructuras durante los próximos 8 años: Se dedicarán 115.000 millones de dólares a la renovación de puentes, autopistas y carreteras, 85.000 millones de dólares al transporte público, 20.000 millones de dólares a la mejora de la seguridad vial, 80.000 millones de dólares al ferrocarril, 174.000 millones de dólares al mercado de los vehículos eléctricos (desde la instalación de una red de estaciones de recarga hasta el apoyo a la industria), 25.000 millones para aeropuertos, 17.000 millones para vías navegables, puertos y transbordadores, 111.000 millones para mejorar el agua potable (incluidos 45.000 millones para sustituir las líneas de plomo) y 100.000 millones para electricidad. 

En cuanto al medio ambiente, se destinarán 50.000 millones de dólares a mejorar la resistencia de las infraestructuras al cambio climático. Las escuelas públicas recibirán 100.000 millones de dólares, los "community colleges" (universidades gratuitas) 12.000 millones y 20.000 millones de euros se destinan a conectar los centros urbanos a Internet. 

El tren del gasto está en marcha y el conductor de la locomotora parece tener vía libre para llevarlo a su destino.

Joe Biden pilotando la recuperación americana

Dibujo de Amandine Victor