Leales, ministros del gabinete y legisladores volaron a su ciudad natal de Chiang Mai para visitar y consultar a Thaksin, proyectando una imagen de poder para un magnate que se cernió sobre la política a lo largo de sus 15 años de autoexilio para eludir la cárcel por abuso de poder y conflictos de intereses.

Thaksin hizo un dramático regreso a Tailandia en agosto y salió en libertad condicional el 18 de febrero, a los seis meses de una condena de ocho años de cárcel que el rey había conmutado por un año.

Con el partido de su familia en el poder y su aliado Srettha Thavisin como primer ministro, los analistas predicen que Thaksin no tardará en intentar controlar la política, poniendo a prueba los límites de una aparente tregua entre él y una élite conservadora y militar que derrocó a tres gobiernos de Shinawatra, dos de ellos en sendos golpes de Estado.

Thaksin, de 74 años, el único líder tailandés que ha sido reelegido, parecía gozar de buena salud en sus incursiones por Chiang Mai como político retirado saludando a sus partidarios y reuniéndose con ministros. Era su primera visita a su ciudad natal desde su destitución en 2006.

Las escenas fueron un marcado contraste con las de hace un mes, cuando abandonó el hospital con un collarín y el brazo en cabestrillo. Su aparente recuperación ha provocado el cinismo de sus oponentes políticos sobre el alcance de sus dolencias y la ira por su indulgente castigo y por no haber pasado ni una sola noche en la cárcel.

"Ahora que he regresado, aquellos a los que les caigo mal pueden vivir su vida, yo viviré la mía", declaró Thaksin a la prensa el sábado, insistiendo en que no se encontraba bien de salud, pues sufría problemas de espalda y de huesos y nervios.

PAISAJE CAMBIANTE

Pero algunos comentaristas afirman que, aunque no se cuestiona la influencia de Thaksin sobre los políticos, el fracaso de su partido el año pasado al no ganar unas elecciones por primera vez desde 2001 demuestra una mano más débil que antes y los límites de la influencia que puede ejercer sobre un electorado cambiante.

"Estamos viendo cómo las cosas van viento en popa, por debajo hay una ola de cambio que está a punto de trastornar la sociedad tailandesa", dijo el veterano periodista Suthichai Yoon en su programa en línea del sábado.

"Vemos las diferencias entre la vieja política que vimos en los últimos días y una nueva política que quiere reducir la disparidad, que no quiere ver cómo un grupo de personas utiliza el dinero y el poder para ponerse por encima de las normas".

El regreso de Thaksin y su rápida liberación han alimentado las especulaciones sobre un acuerdo con sus enemigos en el estamento monárquico-militar para frenar una amenaza más inminente para ambos bandos, el popular y antisistema Partido Adelante, que ganó las últimas elecciones pero al que los legisladores conservadores impidieron formar gobierno. La familia y el partido de Thaksin han negado cualquier acuerdo.

Pero el ascenso y la continua popularidad de Move Forward podrían eclipsar la de Thaksin, que ha vuelto a un nuevo panorama político.

"No le resultará fácil recuperar votantes", afirmó Titipol Phakdeewanich, politólogo de la Universidad de Ubon Ratchathani.

"Puede que siga siendo influyente entre ciertos políticos", afirmó. "Pero su atractivo público real ha cambiado después de todos estos años".