Alrededor de 50 partidarios del partido Movimiento para la Liberación del Congo (MLC) salieron brevemente a la calle el martes por la mañana para disputar el número de escaños que obtuvo el partido.

Prendieron fuego a neumáticos y corearon eslóganes críticos con la comisión electoral antes de que la policía interviniera, golpeando a algunos participantes y deteniendo a otros, según un reportero de Reuters.

La policía no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.

Los manifestantes dijeron que la composición de la Asamblea Nacional no refleja la verdadera actuación electoral del MLC. El partido está liderado por el ministro de Defensa, Jean-Pierre Bemba - aliado del reelegido presidente Felix Tshisekedi - y miembro de la coalición gobernante.

El partido UDPS de Tshisekedi obtuvo 69 escaños en las elecciones parlamentarias de diciembre, frente a los 35 de las elecciones de 2018, situándose por delante de más de otros 40 partidos. El MLC obtuvo 19 escaños, frente a los 17 de 2018, según los resultados provisionales anunciados esta semana.

Los partidos de la oposición congoleña han denunciado repetidamente las elecciones como fraudulentas y han pedido que se repitan, una demanda que las autoridades han rechazado.

Las consecuencias de la votación amenazan con desestabilizar aún más al Congo, tercer productor mundial de cobre y primer productor de cobalto, un componente de las baterías necesario para la transición a la energía verde.

Las divisiones en el seno de la coalición gobernante Unión Sagrada de Tshisekedi, que contaba con más de 390 escaños en la legislatura saliente, podrían poner en peligro la mayoría que necesita para nombrar un nuevo gobierno.

Un miembro de alto rango del MLC, que no quiso ser nombrado, dijo que creía que el número de escaños que el MLC había ganado oficialmente era demasiado bajo, pero que el partido no respaldaba las protestas.

Los resultados de la votación legislativa se produjeron después de que el Tribunal Constitucional confirmara la aplastante reelección de Tshisekedi en las disputadas elecciones generales del 20 al 24 de diciembre. La votación se vio empañada por acusaciones de fraude, contratiempos logísticos generalizados y otras irregularidades.

Los observadores independientes y varios líderes occidentales también han planteado dudas sobre la credibilidad de la votación. La comisión electoral ha reconocido que se produjeron irregularidades, pero ha afirmado que no afectaron a los resultados.