El Hospital Civil de Karachi recibió dos cadáveres tras el incidente, según declaró a Reuters el superintendente médico Sabir Memon.

Sin embargo, la cadena local Geo, citando fuentes policiales y de respuesta a emergencias, dijo que al menos 11 personas habían muerto durante la estampida.

Miles de personas se han congregado en los centros de distribución de harina establecidos en todo el país como parte de los esfuerzos del gobierno para aliviar el impacto de la inflación, que se sitúa por encima del 30%, el nivel más alto en 50 años.

No estaba claro de inmediato si la estampida mortal del viernes se había producido en un centro del programa respaldado por el gobierno o en un centro privado de distribución benéfica.

Al menos otras cinco personas han muerto y varias han resultado heridas en las últimas semanas en lugares de otras provincias de Pakistán. También se han saqueado miles de sacos de harina de camiones y puntos de distribución, según los registros oficiales.

Las estampidas ponen de manifiesto la desesperación de la población ante la escalada de los costes, agravada por la caída de la moneda pakistaní y la supresión de los subsidios acordada con el Fondo Monetario Internacional para desbloquear el último tramo de sus paquetes de ayuda financiera.

Los costes de los productos básicos se han disparado, con un aumento de los precios de la harina de más del 45% en el último año.

El gobierno pakistaní ha puesto en marcha el programa de distribución de harina para llegar a millones de familias necesitadas durante el mes sagrado islámico del Ramadán que comenzó la semana pasada.