Los aviones de guerra que volaban a gran altura, que según los centros de seguimiento eran jets rusos Sukhoi, lanzaron bombas sobre varias poblaciones y una estación principal de bombeo de agua que sirve a la superpoblada ciudad de Idlib, cuya población más amplia es de más de un millón de habitantes.

No hubo comentarios inmediatos por parte de Rusia o del ejército sirio, que dice que ataca los escondites de los grupos militantes que controlan la región, pero niega cualquier ataque contra civiles.

Un funcionario del servicio de agua de la ciudad dijo que estaba fuera de servicio como resultado de los ataques.

Un alto funcionario de la ONU que confirmó que la estación de agua fue "gravemente dañada" en un ataque aéreo dijo que tales ataques empeoran la situación humanitaria de millones de sirios desplazados.

"La continua destrucción de la infraestructura civil sólo causará más sufrimiento a los civiles. Los ataques contra los civiles y la infraestructura civil deben cesar", dijo el coordinador regional adjunto de asuntos humanitarios de la ONU, Mark Cutts, en un tuit.

Testigos dijeron que los ataques de las últimas 24 horas en el enclave controlado por los rebeldes también golpearon granjas de ganado y aves de corral cerca del paso fronterizo de Bab al Hawa con Turquía.

"Los rusos se están centrando en las infraestructuras y los activos económicos. Esto es para aumentar el sufrimiento de la gente", dijo Abu Hazem Idlibi, un funcionario de la administración de la oposición.

Otros objetivos incluyeron aldeas en la región de Jabal al-Zawiya, en el sur de la provincia de Idlib, sin informes inmediatos de víctimas, dijeron residentes y rescatistas.

Una serie de incursiones después de la medianoche del sábado golpearon campamentos improvisados que albergan a miles de familias desplazadas cerca de Jisr al Shuqhur, al oeste de Idlib, con dos niños y una mujer muertos y 10 civiles heridos, dijo el servicio de defensa civil.

Ha habido una relativa calma en los ataques aéreos desde noviembre, después de que una renovada campaña dirigida por Rusia, seguida de refuerzos del ejército turco en el interior del enclave, aumentara la perspectiva de una reanudación más amplia de la violencia.

Un acuerdo negociado hace casi dos años entre Rusia, que respalda a las fuerzas del presidente sirio Bashar al Assad, y Turquía, que apoya a los grupos de la oposición, puso fin en pocos meses a unos combates que habían desplazado a más de un millón de personas.