Los elefantes muertos fueron encontrados por primera vez por el grupo conservacionista Elefantes sin Fronteras (EWB), que contabilizó 57 cadáveres a finales de octubre, la mayoría en una zona adyacente al Parque Nacional de Chobe, rico en vida salvaje.

El Departamento de Fauna Salvaje y Parques Nacionales declaró que aún no podía establecer el número total de muertes, ya que los funcionarios sólo habían sobrevolado algunas de las coordenadas facilitadas por EWB.

"Nuestra misión no era contar todos los cadáveres reclamados por EWB, sino tomar muestras de los cadáveres. Hemos enviado muestras al laboratorio veterinario nacional para que las analicen", declaró el director del departamento, Kabelo Senyatso, en respuestas a preguntas de Reuters enviadas por correo electrónico.

Senyatso dijo que se emitiría un comunicado de prensa cuando estuvieran los resultados del laboratorio, pero que los funcionarios no habían detectado ninguna muerte recientemente, lo que sugería que lo que hubiera matado a los elefantes encontrados por EWB había remitido.

Los últimos cadáveres se encontraron con los colmillos intactos, lo que probablemente descarta la caza furtiva.

El Parque Nacional de Chobe se encuentra a unos 300 km de la zona de la llanura del Okavango donde en 2020 se registraron 330 muertes de elefantes relacionadas con las cianobacterias, unos organismos microscópicos.

No todas las cianobacterias producen toxinas, pero los científicos afirman que las tóxicas aparecen con más frecuencia a medida que el cambio climático aumenta las temperaturas globales.

Senyatso dijo que no había similitudes entre las muertes recientes y las de 2020, pero no dio más detalles.

La población total de elefantes de África está disminuyendo debido a la caza furtiva, pero Botsuana, hogar de casi un tercio de los elefantes del continente, ha visto crecer su número hasta unos 130.000 ejemplares.