Las fuerzas rusas han estado golpeando la centenaria capital, Kiev, y otras ciudades con misiles de crucero y proyectiles desde el inicio de una invasión el jueves por la mañana.

Muchas tiendas estaban cerradas, incluidas las que vendían alimentos, y las calles estaban vacías salvo por algún que otro coche -un contraste con las columnas de vehículos que ahogaban las carreteras en los últimos días mientras decenas de miles de residentes huían hacia el oeste- y unos pocos peatones que tiraban de maletas.

"Fui lo suficientemente inteligente como para abastecerme de comida para al menos un mes, tenemos de todo", dijo Serhiy, un hombre de mediana edad que dijo que había empezado a comprar víveres extra para su familia mucho antes de que estallara la violencia.

"No confiaba en los políticos para que esto acabara de forma pacífica", dijo Serhiy, mientras daba un paseo antes del toque de queda que entró en vigor a las 5 de la tarde.

Cuatro soldados fuertemente armados vigilaban un puesto de control cerca de un edificio gubernamental. En medio de los informes sobre la presencia de grupos de saboteadores rusos en la ciudad, se exigió a los pasajeros de los coches que mantuvieran las manos al descubierto y mostraran los documentos de identificación sin hacer movimientos bruscos, informó un equipo de Reuters.

Un misil impactó en un edificio residencial y se escucharon bombardeos y disparos a primera hora del sábado en toda la ciudad, que alberga a unos 3 millones de personas y que ya sufrió grandes daños durante un asalto alemán nazi en 1941.

Los soldados, cerca de una estación de tren de Kiev, inspeccionaron los restos aún humeantes de un camión que parecía haber transportado munición y que había esparcido metralla quemada por una carretera. Otros soldados cavaron trincheras.

Un anciano inspeccionaba los marcos de madera retorcidos de las ventanas de su casa, con los cristales reventados. Dijo que le preocupaba que una estación de metro cercana fuera un objetivo. Los soldados impidieron que los residentes entraran en el metro, que ahora se utilizará para refugiarse de los combates más que para el transporte.

MILITIAS

Además de los soldados regulares, en las afueras de la ciudad se podía ver a hombres armados con rifles de asalto y que llevaban brazaletes amarillos preparándose para luchar cuando se acercaban las fuerzas rusas.

Algunos vestían de civil y llevaban rifles de caza, otros, al parecer de las milicias del barrio y otros grupos de reservistas, llevaban trajes de camuflaje y equipo profesional.

Más lejos de la ciudad, los ucranianos hacían cola en las gasolineras y en los cajeros automáticos de los bancos, a pesar de los límites impuestos por el gobierno a la venta de gasolina y a la retirada de efectivo.

En Koncha Zaspa, justo al sur de Kiev, la gente hacía cola para recoger agua de un surtidor público y para comprar alimentos en un supermercado local.