La admisión por parte del estado recluso de un brote "explosivo" ha suscitado la preocupación de que el virus pueda tener un impacto devastador.

El país cuenta con un sistema de salud con pocos recursos, una capacidad de análisis limitada y ningún programa de vacunas.

No hay indicios de que Pyongyang se mueva para aceptar las ofertas internacionales de vacunas.

La Televisión Central de Corea difundió el sábado (14 de mayo) por la noche los tratamientos.

Un médico del Hospital Kimmanyu sugirió "hacer gárgaras con agua salada" y tomar diferentes medicamentos en caso de alta temperatura, dolor de cabeza y dolores musculares y articulares.

A pesar de los cierres, los medios de comunicación estatales informaron de que Kim y otros altos funcionarios asistieron el sábado (14 de mayo) a los servicios funerarios de Yang Hyong Sop, antiguo jefe de Estado de facto durante el gobierno del padre de Kim, Kim Jong Il.

Anteriormente, Corea del Norte había afirmado que no se había confirmado ningún caso del virus.

Es uno de los dos únicos países del mundo que aún no ha iniciado una campaña de vacunación contra el COVID, según la Organización Mundial de la Salud.

La KCNA informó de que al menos 296.180 personas más habían presentado síntomas de fiebre y 15 más habían muerto hasta el domingo.

No informó de cuántos de esos casos sospechosos habían dado positivo en la prueba del COVID-19.