En su primera conferencia de prensa al frente del BCE, Lagarde dijo que el banco debía decidir qué quería conseguir con el proyecto antes de pasar a los aspectos técnicos.

"¿Intentamos reducir los costes? ¿Intentamos eliminar a los intermediarios? ¿Intentamos tener una financiación inclusiva sin coste alguno? Hay toda una serie de objetivos que se pueden perseguir".

Destacando el interés mostrado por los bancos centrales de Canadá, Gran Bretaña y otros países, dijo:

"Mi convicción personal es que, dada la evolución que vemos, no tanto en el bitcoin como en los proyectos de stablecoins... será mejor que nos adelantemos porque está claro que hay una demanda a la que tenemos que responder".

El BCE ha estado debatiendo los pros y los contras de introducir su propia moneda digital, que daría a los titulares un derecho directo sobre el banco central, al igual que con los billetes, pero sin el inconveniente de almacenar grandes cantidades de efectivo.

Una moneda digital daría al público un medio de pago barato y rápido, pero también tendría enormes repercusiones para el sistema financiero y la propia política del banco central.

Por ejemplo, es probable que los depositantes se pasen a la moneda del BCE en momentos de turbulencia financiera, lo que podría agravar cualquier corrida bancaria.

Por otro lado, una moneda de este tipo permitiría al BCE inyectar liquidez directamente en la economía real si quiere impulsar la inflación, evitando el sector financiero y haciendo potencialmente más efectiva su política.

El debate sobre una moneda digital del banco central ha estado latente durante años, pero ha cobrado un nuevo impulso desde que Facebook desveló sus planes de lanzar su propia moneda digital privada, llamada Libra, a principios de este año.

La iniciativa se ha topado con la resistencia de los reguladores de las principales jurisdicciones, preocupados por las implicaciones para el blanqueo de dinero y la protección del consumidor, así como por su propio control de la creación de dinero.

Los ministros de finanzas de la UE declararon a principios de este mes que las monedas digitales privadas no deberían estar permitidas en el bloque hasta que se aborden claramente los riesgos que podrían plantear.