Mientras continuaba la votación, 54 senadores votaron a favor de dejar de lado la resolución, lo que significa que no puede avanzar en el Senado de 100 miembros.

La votación fue forzada por el senador Bernie Sanders, un independiente que se alinea con los demócratas. Aunque la medida fue ampliamente derrotada, reflejaba la creciente preocupación entre algunos de los compañeros demócratas del presidente Joe Biden, especialmente en la izquierda, por el suministro de armas estadounidenses a Israel a pesar del elevado número de víctimas civiles palestinas del conflicto de Gaza.

"Debemos asegurarnos de que la ayuda estadounidense se utiliza de acuerdo con los derechos humanos y nuestras propias leyes", dijo Sanders en un discurso antes de la votación en el que instó a apoyar la resolución, lamentando lo que describió como el fracaso del Senado a la hora de considerar cualquier medida que analizara el efecto de la guerra sobre los civiles.

La Casa Blanca había dicho que se oponía a la resolución, que podría haber allanado el camino hacia la imposición de condiciones a la ayuda de seguridad a Israel.

Estados Unidos concede a Israel 3.800 millones de dólares al año en este tipo de ayuda, que va desde aviones de combate hasta potentes bombas capaces de destruir los túneles de Hamás. Biden ha pedido al Congreso que apruebe 14.000 millones de dólares adicionales.

La resolución de Sanders se presentó al amparo de la Ley de Ayuda Exterior, que permite al Congreso ordenar al Estado que facilite un informe sobre derechos humanos y otra información sobre cualquier país que reciba ayuda de seguridad estadounidense.

Si la resolución hubiera sido aprobada, habría exigido al Departamento de Estado que presentara un informe al Congreso en un plazo de 30 días. Tras recibir el informe, el Congreso podría considerar otra resolución que propusiera cambios en la ayuda de seguridad a Israel.

Israel lanzó la guerra para erradicar a Hamás, un grupo respaldado por Irán que ha jurado la destrucción de Israel, después de que los militantes irrumpieran a través de la valla fronteriza el 7 de octubre, matando a 1.200 personas y capturando a 240 rehenes, según mostraron los recuentos israelíes.

Las autoridades sanitarias de Gaza, cuyos datos las Naciones Unidas han considerado ampliamente fiables, dijeron que la guerra, ahora en su cuarto mes, había matado hasta el martes a 24.285 personas en el enclave palestino.

Se teme que haya miles de cadáveres más perdidos entre los escombros dejados por los bombardeos israelíes.

La guerra ha expulsado de sus hogares a la mayoría de los 2,3 millones de habitantes de Gaza, algunos de ellos varias veces, y ha provocado una crisis humanitaria, con escasez de alimentos, combustible y suministros médicos.

La administración de Biden afirma que ha presionado a Israel para que reduzca el número de víctimas civiles, pero Israel dice que no descansará hasta aniquilar a Hamás, y los militantes no dan muestras de perder los medios para resistir.