Al finalizar su reunión de política monetaria de abril, el Banco de la Reserva de Australia (RBA) mantuvo su tipo de interés en el 0,1%, pero señaló que la inflación había repuntado y que era probable que siguiera aumentando, mientras que el desempleo había descendido más rápido de lo previsto hasta el 4,0%.

"En los próximos meses, la Junta dispondrá de importantes pruebas adicionales tanto sobre la inflación como sobre la evolución de los costes laborales", dijo el gobernador del RBA, Philip Lowe, en un comunicado.

"La Junta evaluará esta y otra información entrante cuando establezca su política", añadió, omitiendo cualquier referencia hecha en declaraciones anteriores a que la Junta era paciente.

Los mercados tomaron el cambio como un paso hacia un eventual endurecimiento e hicieron que el dólar local subiera un 0,7% hasta un máximo de nueve meses de 0,7605 dólares.

Anteriormente, Lowe había dicho que era plausible que una primera subida se produjera a finales de este año, mientras que los mercados han apostado durante mucho tiempo por un movimiento más temprano, dado el despegue de la inflación.

Los datos de los precios al consumo se publicarán el 27 de abril y los analistas sospechan que podrían mostrar que la inflación subyacente aumentó un 1,0% o más en el primer trimestre para llevar el ritmo anual al menos al 3,2%.

Esa sería la primera vez que la inflación subyacente superara la banda objetivo del RBA del 2-3% desde principios de 2010 y haría más difícil justificar el mantenimiento de los tipos en los mínimos de emergencia.

Los mercados apuestan plenamente por una subida de tipos en junio hasta el 0,25%, e implican no menos de seis más hasta el 1,75% para finales de año.

Esta perspectiva agresiva refleja en parte las expectativas de que la Reserva Federal de EE.UU. suba los tipos en 50 puntos básicos tanto en mayo como en junio, lo que aumenta la presión para que otros bancos centrales sigan su ejemplo.

Cualquier subida de los tipos supondría un shock para los prestatarios locales, dado que no han visto una subida oficial desde 2010 y los hogares están asentados sobre niveles récord de deuda hipotecaria.