El primer ministro japonés, Fumio Kishida, subrayó el jueves la necesidad de lograr subidas salariales sostenidas y más amplias para amortiguar el golpe que supone para los hogares el aumento del coste de la vida.

El comentario, realizado en un discurso pronunciado en una reunión anual de la mayor organización sindical de Japón, Rengo, subraya el énfasis que la administración está poniendo en crear un ciclo en el que unos salarios más altos apuntalen el consumo y permitan a las empresas subir los precios.

"La economía japonesa se ha estructurado durante mucho tiempo de una forma en la que se daba prioridad a los recortes de costes. Después de tres décadas, estamos viendo surgir la oportunidad de cambiar a una economía en la que los salarios y el gasto de capital ganen impulso", dijo Kishida.

"Debemos generar una ola de subidas salariales sostenibles que se extienda a las zonas regionales, así como entre las pequeñas y medianas empresas", dijo.

Era la primera vez desde 2007 que un primer ministro del conservador Partido Liberal Democrático asistía a la reunión anual de Rengo, lo que subraya la estrategia de Kishida de atraer la cooperación de los sindicatos y la patronal para generar una subida salarial.

Los salarios japoneses permanecieron estancados durante décadas hasta el año pasado, cuando el aumento de los costes de las materias primas disparó la inflación y presionó a las empresas para que compensaran a sus empleados con mayores salarios.

Las principales empresas acordaron subidas salariales medias del 3,58% este año, el mayor aumento en tres décadas, lo que sugiere que Japón está a punto de salir de un prolongado periodo de deflación y de inflación contenida.

Los llamamientos de Kishida a favor de subidas salariales sostenidas se hacen eco de los del Banco de Japón, que ha subrayado que las ganancias salariales sostenidas deben acompañar a una inflación duradera antes de que pueda poner fin a los tipos de interés ultrabajos.

La necesidad de aumentos salariales sostenidos se ha hecho más inminente, ya que la debilidad del yen mantiene obstinadamente alto el coste de la importación de combustible y materias primas.

La inflación subyacente de Japón alcanzó el 3,1% en agosto, superando el objetivo del 2% del banco central por decimoséptimo mes consecutivo, ya que las empresas siguieron repercutiendo los costes más elevados a los hogares.

En Japón, las empresas y los sindicatos inician las negociaciones salariales hacia marzo para el año fiscal que comienza en abril, en una práctica conocida como "shunto".

El resultado del shunto del próximo año será crucial para saber en cuánto tiempo el banco central eliminará gradualmente su enorme estímulo.