Un acuerdo basado en el número de africanos que cada país europeo necesita para su mercado laboral podría ayudar a resolver el problema de la inmigración ilegal y el tráfico de seres humanos, declaró Bazoum al diario italiano La Repubblica.

Su jefe de comunicación confirmó sus comentarios a Reuters.

"En Francia, España e Italia hay muchos puestos de trabajo en sectores laborales en los que pueden trabajar africanos", afirmó Bazoum.

"Hay que establecer estas cifras, país por país, y luego confiar a los consulados la responsabilidad de hacerlas cumplir".

Bazoum habló durante un viaje a Italia, donde se reunió con el presidente italiano, Sergio Mattarella, y asistió a una conferencia en Roma con otros jefes de Estado africanos.

Italia estuvo en primera línea de una crisis migratoria europea en 2015 y 2016, cuando un millón de refugiados huyeron de la guerra y la pobreza en Siria, Irak y Afganistán, sumándose a la migración existente.

Níger es tanto un país de origen como un punto de tránsito para los migrantes que siguen caminando hacia el norte de África y viajan a través del Mediterráneo hacia la costa sur de Europa.

En su punto álgido en 2016, 181.000 migrantes llegaron a Italia por mar.

Aunque las cifras han disminuido, miles se embarcan cada año en traicioneros viajes hacia países europeos con la esperanza de encontrar vidas más seguras y mejores oportunidades económicas.

La escasez de alimentos provocada por la guerra en Ucrania podría espolear una nueva oleada migratoria desde África y Oriente Próximo, con más de 150.000 llegadas previstas a los países mediterráneos en las principales rutas migratorias hacia Europa este año.

Esto va a exacerbar las tensiones existentes entre los gobiernos de los países de origen y de acogida, que discuten sobre quién debe acoger a los inmigrantes.

Bazoum afirmó que los acuerdos entre los Estados africanos y europeos ayudarían a regular la inmigración regular y a hacer frente a la inmigración irregular "que alimenta los peores tráficos".

También señaló los límites de financiar proyectos de desarrollo para frenar la inmigración económica -un enfoque muy extendido en Europa-, señalando que "el desarrollo de África es algo mucho más complejo".

"La idea de que las inversiones europeas en África pueden bastar para lograr el desarrollo y detener a los emigrantes en sus países de origen no es realista", afirmó, y pidió a las empresas italianas que se liberen de la "visión clásica" del continente como asolado por los conflictos.