La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia se perfila como un nuevo enfrentamiento entre el actual presidente Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen, según los encuestadores.

Líder del partido de izquierdas La France Insoumise (Francia Desencajada), Melenchon presenta su candidatura como una alternativa "popular" para contrarrestar a la derecha. Dice que congelaría los precios, aumentaría los salarios y reforzaría los servicios públicos para aumentar el poder adquisitivo de los franceses.

Los últimos sondeos muestran a Melenchon por detrás de Le Pen, con un 15% y un 16,5% de votos, pero el veterano político no se ha rendido, como dijo a una multitud en Lille, donde celebró su último gran mitin presidencial.

El acto fue retransmitido en otras 11 ciudades a través de la tecnología de hologramas, atrayendo a un total de unos 20.000 simpatizantes en toda Francia, según un portavoz de la campaña.

Se pudo ver a muchos jóvenes en el local de Lille, lo que sugiere que la mejor oportunidad para que el hombre de 70 años llegue a la segunda vuelta podría ser apelar a los votantes jóvenes.

En 2017, más de una quinta parte de los votantes franceses se quedaron fuera de al menos una ronda, y un número desproporcionado de abstencionistas eran jóvenes, según los datos oficiales.

"No tenemos tiempo que perder", dijo Melenchon sobre la crisis climática, prometiendo utilizar "todos los medios humanos, intelectuales, financieros, sociales y culturales" para cumplir el acuerdo climático de París de 2015.

También apeló a los valores progresistas, diciendo que está en marcha una "revolución feminista" y abogando por "rehumanizar la sociedad".

Criticó a Le Pen, argumentando que su plataforma política no ayudaría mucho al poder adquisitivo de los trabajadores, y pidiendo a los "indignados" -incluidos los Chalecos Amarillos- que consideraran votar por él en su lugar.

Los Chalecos Amarillos, que toman su nombre de las chaquetas de alta visibilidad de los automovilistas, surgieron a finales de 2018 en protesta contra los impuestos sobre el combustible y el coste de la vida, y supusieron un gran desafío para Macron cuando las manifestaciones se extendieron por toda Francia.

"Podemos hacer las cosas de forma diferente, convencer a la gente de su entorno", dijo Melenchon, haciendo un último llamamiento para convencer a los votantes franceses de que la izquierda debe estar en la segunda vuelta.