La antigua potencia colonial de Malí anunció el mes pasado que retiraría 2.400 soldados desplegados por primera vez en Malí hace casi una década, después de que las relaciones con la junta militar gobernante del país se agriaran a principios de este año.

Las tensiones surgieron por la decisión de la junta de retrasar las elecciones democráticas en febrero, así como por su colaboración con contratistas privados pertenecientes al grupo ruso Wagner.

Pero el comandante de la operación Barkhane, el general Laurent Michon, declaró en una rueda de prensa en el vecino Burkina Faso que Francia seguiría ofreciendo apoyo aéreo en las zonas libres de "mercenarios rusos".

"Seguiremos ayudando por vía aérea entrenando a personas sobre el terreno que sean capaces de llamar a los aviones, de guiarlos", dijo, y añadió que se ofrecería un apoyo similar a los soldados de Burkina Faso y Níger, que también comparte frontera con Malí.

El portavoz militar de Malí no respondió a las llamadas para hacer comentarios.

El país ha estado luchando para refrenar a los insurgentes vinculados a Al Qaeda desde que se apoderaron de su norte desértico en 2012, lo que llevó a Francia a enviar tropas para hacerlos retroceder al año siguiente.

Los militantes, ahora también vinculados al Estado Islámico, se han reagrupado en los últimos años y se han apoderado de franjas de campo a pesar de la presencia de botas extranjeras y de las fuerzas de paz de la ONU.

Se teme que la salida de Francia pueda socavar los esfuerzos para sofocar la violencia que también se ha extendido a Níger, Burkina Faso y otros países vecinos, matando a miles de personas y desplazando a millones.

El viernes, al menos 10 personas murieron y varias resultaron heridas en Burkina Faso cuando los militantes atacaron una explotación minera informal de oro en la provincia septentrional de Seno, fronteriza con Níger, según informaron un funcionario del gobierno local y una fuente militar.

La operación Barkhane tardará entre cuatro y seis meses en retirar sus tropas en Malí.

La Unión Europea ha impuesto sanciones al Grupo Wagner, acusándolo de realizar operaciones clandestinas en nombre del Kremlin.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dijo que no había vínculos entre Wagner y su gobierno, aunque más de una docena de personas vinculadas al grupo dijeron anteriormente a Reuters que éste ha llevado a cabo misiones de combate clandestinas para Rusia en Ucrania, Libia y Siria.

Francia estimó en enero que entre 300 y 400 mercenarios rusos operaban en Malí, mientras que Suecia sitúa esa cifra en unos 800.