El país de África Occidental, de casi 2 millones de habitantes, ha vivido frecuentes agitaciones políticas, con al menos 10 golpes o intentos de golpe desde que se independizó de Portugal en 1974.

Más de 20 partidos políticos y coaliciones se disputan los escaños en los comicios del domingo, entre ellos el antiguo partido gobernante PAIGC y su rival MADEM G15.

Lo que está en juego es el intento de Embalo de cambiar la constitución: si cuenta con el apoyo suficiente en el parlamento, podría consolidar el poder librando al país de su sistema semipresidencialista.

Los resultados se esperan para el martes.

Dada la fragmentación del campo de juego, analistas y políticos dudan de que surja una mayoría clara.

"No habrá un ganador con mayoría absoluta en estas elecciones. Es imposible", declaró el Primer Ministro Nuno Gomes Nabiam. "Ningún partido está preparado para gobernar Guinea-Bissau en solitario".

Según el sistema político actual, el partido o la coalición mayoritarios nombran al gobierno, pero el presidente tiene el poder de destituirlo en determinadas circunstancias. Esto ha provocado en el pasado un estancamiento político y luchas internas.

Las dispersas islas atlánticas y los laberintos de manglares del país son un atractivo para los turistas, pero también para los traficantes de cocaína en ruta de Sudamérica a Europa.

La economía es a menudo rehén del volátil precio del anacardo, principal fuente de ingresos para más de dos tercios de los hogares.

El último intento de golpe de estado se produjo en febrero del año pasado, cuando hombres armados asaltaron un complejo gubernamental donde Embalo celebraba una reunión de gabinete. Embalo, que se aferró al poder, relacionó el incidente con el floreciente tráfico de drogas del país.

El ex general del ejército sumió entonces al país en un nuevo caos en mayo de 2022 cuando destituyó al gobierno, contribuyendo a retrasar meses las elecciones locales.