Por Nathaniel Taplin 
   THE WALL STREET JOURNAL 
 

Todo el mundo sabe que ponerse a dieta es duro y que se hace más llevadero si tienes a alguien que la haga contigo. Europa ya se ha comprometido a unas emisiones de dióxido de carbono mucho menores para 2030 y espera que el resto del mundo se le una, en particular China, el mayor emisor del mundo.

El mecanismo de ajuste de emisiones recién propuesto por el bloque --básicamente un impuesto a productos que requieren un uso intensivo de energía de países con precios del carbono más bajos que en Europa-- es un apoyo clave en este esfuerzo. En su forma actual, esta herramienta probablemente no baste para forzar grandes cambios en China, pero con seguridad supondrá costes a industrias cruciales como la del acero si quieren acceder al mercado europeo.

Las modificaciones del mecanismo, como incluir emisiones de carbono que se liberan indirectamente debido a la electricidad comprada por los fabricantes, aumentarían su impacto. Eso se debe a que China todavía depende del carbón para aproximadamente el 70% de su electricidad, mucho más que otras grandes economías del planeta, a excepción de India.

No sorprende entonces que incluso los pasos iniciales de la Comisión Europea hacia la aplicación de dicho mecanismo, que todavía tiene que ser aprobado por los gobiernos nacionales y el Parlamento Europeo, hayan generado un gran rechazo por parte de China. El gigante asiático es el cuarto mayor exportador de productos cubiertos por este instrumento a Europa --aluminio, cemento, fertilizantes, electricidad, hierro y acero--, según el banco holandés Rabobank.

Su producción de acero también es, en general, mucho menos eficiente en carbono que la de Europa. Los hornos de arco eléctrico de China son responsables de unas 1,5 toneladas métricas de dióxido de carbono por tonelada métrica de acero fabricado, según un informe de la Comisión Europea. Eso es tres veces la cifra de la Unión Europa y Estados Unidos.

Es cierto que Europa sólo representa una pequeña porción de las exportaciones de China de productos que requieren un uso intensivo de energía, cerca del 10%, de acuerdo con Rabobank. Pero puede ser una importante salida para los fabricantes chinos cuando su mercado inmobiliario nacional y la demanda de materiales decaen.

Además, añadir cerca de US$90 al coste de una tonelada métrica de acero chino de hornos de arco eléctrico --más o menos la cantidad necesaria para comprar suficientes créditos europeos para compensar todas las emisiones-- no sería baladí. El margen neto de la industria de hierro y acero de China en total fue sólo del 5,6% en la primera mitad de 2021, según datos oficiales. Los créditos de carbono de China, que únicamente cubren al sector eléctrico, empezaron a negociar en julio en aproximadamente US$8 la tonelada métrica. En Europa, la cotización es de unos US$60.

El mecanismo no estará plenamente en vigor hasta 2026 y no hay duda de que antes habrá bastante regateo, asumiendo que contará con el visto bueno de la mayoría de los gobiernos europeos. China también está inmersa en sus propios esfuerzos para abordar el exceso de capacidad acerera, reducir el uso de carbón y alejar a la economía de la industria que hace un uso muy intensivo de energía. Un pequeño impulso adicional de Europa, en particular si Estados Unidos al final se sube al carro con su propio mecanismo, podría ayudar a que el proceso vaya más rápido.

-Escriba a Nathaniel Taplin a nathaniel.taplin@wsj.com

Versión española de Carlos López Perea carlos.perea@dowjones.com

Editado por MEG

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August 09, 2021 08:26 ET (12:26 GMT)