A los bancos de inversión a veces se les ocurren gráficos graciosos en sus informes. Por ejemplo, recuerdo un informe de JPMorgan de 2020, que sugería que un alumno de parvulario había tomado el control del departamento de estrategia del banco. He aquí el gráfico en cuestión (lo he tomado del Financial Times de mis amigos de Alphaville, ya que no lo encontraba en mis archivos: ellos también se habían estancado en su momento):

Rigolo

Así fue como JPMorgan (o su tataranieto de 5 años) optó por representar la media de las encuestas favorables a Donald Trump basándose en el mercado laboral de tres estados indecisos en la campaña presidencial que se perfilaba en ese momento.

Atrapar la burbuja

Hoy quería centrarme en un gráfico también un poco curioso desde el punto de vista estético, pero mucho más legible y probablemente más instructivo. Se trata de un clásico del Bank of America, que representa las principales fases de la burbuja de activos financieros de los últimos 50 años. Aquí está la bestia:

Bubble

The Bubble Story comienza a finales de los años 70 con el boom del oro, visible a la izquierda del gráfico, que no fue la menor de las burbujas en términos de amplitud. A la derecha, choca con la incipiente burbuja de la inteligencia artificial, a la que volveré más adelante.

Entre ambas, encontramos la burbuja japonesa de finales de los ochenta, seguida de la asiática de los noventa, antes de la famosa burbuja de Internet del cambio de milenio. Luego vinieron la burbuja subprime (2004/2007) y la burbuja china (2007/2008). Es innegable que las cosas se han acelerado desde entonces. Es un paso fácil pensar que el dinero gratis está causando auges especulativos. Luego vinieron las burbujas biotecnológicas (2013/2016), seguidas de un gran lío de burbujas interrelacionadas, la más exuberante de las cuales es la burbuja de las criptodivisas, ilustrada en el gráfico por el Bitcoin. También podemos ver que Bank of America ha clasificado la Innovación Arca como una aberración del mercado.

Unas palabras sobre las FAANG, las grandes plataformas tecnológicas. Su contenido ya no se refleja en el acrónimo original, que abarcaba Apple, Amazon, Google (Alphabet), Netflix y Facebook (Meta). Netflix está fuera de juego, sustituida recientemente por Nvidia. Y Microsoft había quedado algo olvidada por su condición de senadora. Tendemos a olvidarlo, pero hace siete años Apple valía menos de 500.000 millones de dólares. Desde entonces, sus acciones se han multiplicado por seis, arrastrando tras de sí a los demás aristócratas del sector. La racha continúa, a pesar de la reciente caída, porque a diferencia de la mayoría de las burbujas del gráfico, la pata del desplome no está presente.

Baby burbuja

Ahora llegamos al extremo derecho, temporal y no políticamente, con la inteligencia artificial y su característico despegue de la burbuja. BofA la califica a estas alturas de burbuja bebé " baby bubble", aunque reconoce que es responsable directa e indirectamente de 3.600.000 millones de dólares del aumento de 3.800.000 millones de dólares de la capitalización del S&P 500 este año (lo que, de facto, hace que nuestras bolsas europeas parezcan un poco ridículas, si lo leyeron ayer). El banco de inversión estadounidense se muestra escéptico respecto a la tecnología monopolística, aunque su sesgo negativo no siempre ha sido relevante. Sin embargo, señala que con niveles de deuda muy inferiores a los de la época, "tipos reales del 4% reventaron la burbuja puntocom del 2000, tipos reales del 3% reventaron las subprime, y las criptomonedas se desplomaron con rendimientos reales de -100bps a 150bps". En la actualidad, los rendimientos reales a 10 años en EE.UU. se sitúan en torno al 2,2%.

BofA pone por fin el dedo en una llaga económica y social de primer orden: "La IA es la próxima gran disrupción tecnológica y, con China, una potencial contrapartida deflacionista a la tendencia inflacionista si se permite que la IA genere desempleo... es la única forma de aumentar la productividad". Les dejo con eso por esta vez, porque harían falta varios tomos para desarrollar esa afirmación.