El material recogido por la nave OSRIS-REx hace tres años en el asteroide cercano a la Tierra Bennu iba a ser presentado en el Centro Espacial Johnston de la NASA en Houston, poco más de dos semanas después de ser lanzado en paracaídas en el desierto de Utah.

El aterrizaje de la cápsula de retorno coronó una misión conjunta de seis años de la agencia espacial estadounidense y la Universidad de Arizona. Se trataba tan sólo de la tercera muestra de asteroide, y con diferencia la más grande, devuelta a la Tierra para su análisis, tras dos misiones similares de la agencia espacial japonesa que finalizaron en 2010 y 2020.

Al igual que otros asteroides, Bennu es una reliquia del sistema solar primitivo. Dado que su química y mineralogía actuales prácticamente no han cambiado desde que se formó hace unos 4.500 millones de años, guarda pistas sobre los orígenes y el desarrollo de planetas rocosos como la Tierra, y quizá incluso sobre la evolución de la vida.

La cápsula y su contenido se examinaron inicialmente en una "sala limpia" del campo de pruebas y entrenamiento de Utah, cerca del lugar de aterrizaje. A continuación, la cápsula se trasladó en avión al centro Johnson, donde se abrió su recipiente interior para que las muestras se dividieran en paquetes más pequeños que se prometieron a unos 200 científicos de 60 laboratorios de todo el mundo.

En el momento de su aterrizaje, se estimó que la muestra de Bennu pesaba entre 100 y 250 gramos (de 3,5 a 8,8 onzas).

Se esperaba que la NASA anunciara una medición más precisa el miércoles, junto con la confirmación de si se había logrado el objetivo de recoger una muestra prístina, totalmente libre de contaminación terrestre.

También se espera que se revelen características físicas como la densidad, el color y la forma del material, ya esté compuesto por rocas, guijarros, granos finos o polvo.

Se descubrió que las muestras devueltas en 2020 por la misión japonesa Hayabusa2 desde Ryugu, otro asteroide cercano a la Tierra, contenían dos compuestos orgánicos, lo que refuerza la hipótesis de que objetos celestes como cometas, asteroides y meteoritos que bombardearon la Tierra primitiva sembraron el joven planeta con los ingredientes primordiales para la vida.

Bennu, un pequeño cuerpo rico en carbono descubierto en 1999, parece estar formado por una colección suelta de rocas, como un montón de escombros, según los científicos. Mide unas tres décimas de milla (500 metros) de diámetro, lo que lo hace ligeramente más ancho que la altura del Empire State Building, pero diminuto en comparación con el asteroide Chicxulub que chocó contra la Tierra hace unos 66 millones de años, acabando con los dinosaurios.

OSIRIS-REx se lanzó en 2016 y llegó a Bennu en 2018, después pasó casi dos años orbitando el asteroide antes de aventurarse lo suficientemente cerca como para tomar una muestra del material suelto de la superficie con su brazo robótico el 20 de octubre de 2020.

La NASA tiene previsto lanzar el jueves otra misión a un asteroide más lejano llamado Psique, un cuerpo rico en metales que se cree que es el núcleo remanente de un protoplaneta y el mayor objeto metálico conocido del sistema solar.