El cohete del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), de 32 pisos de altura, y su cápsula Orión debían despegar de Cabo Cañaveral, Florida, a las 2:17 p.m. EDT (1817 GMT), dando inicio al ambicioso programa de la NASA de ir a la Luna
am Artemis 50 años después de la última misión lunar Apolo. Gráfico: https: //tmsnrt.rs/3PPRsbN

El anterior intento de lanzamiento del lunes terminó con problemas técnicos que obligaron a detener la cuenta atrás y a posponer el vuelo sin tripulación.

Las pruebas indicaron que los técnicos han arreglado desde entonces un conducto de combustible con fugas que contribuyó al lanzamiento cancelado del lunes, dijo el viernes a los periodistas Jeremy Parsons, subdirector del programa en el centro espacial.

Otros dos problemas clave en el propio cohete -un sensor de temperatura del motor defectuoso y algunas grietas en la espuma aislante- se han resuelto a satisfacción de la NASA, dijo a los periodistas el jueves por la noche el director de la misión Artemis, Mike Sarafin.

El clima es siempre un factor adicional que escapa al control de la NASA. El último pronóstico preveía un 70% de posibilidades de condiciones favorables durante la ventana de lanzamiento de dos horas del sábado, según la Fuerza Espacial estadounidense en Cabo Cañaveral.

Si el reloj de la cuenta atrás se detuviera de nuevo, la NASA podría reprogramar otro intento de lanzamiento para el lunes o el martes.

Bautizada como Artemis I, la misión marca el primer vuelo tanto del cohete SLS como de la cápsula Orión, construidos bajo contratos de la NASA con Boeing Co y Lockheed Martin Corp, respectivamente.

También señala un importante cambio de dirección para el programa de vuelos espaciales tripulados de la NASA posterior a Apolo, tras décadas centradas en la órbita terrestre baja con los transbordadores espaciales y la Estación Espacial Internacional.

Con el nombre de la diosa que era la hermana gemela de Apolo en la antigua mitología griega, Artemisa pretende devolver a los astronautas a la superficie lunar ya en 2025.

Doce astronautas pisaron la Luna durante seis misiones Apolo entre 1969 y 1972, los únicos vuelos espaciales que han colocado a seres humanos en la superficie lunar. Pero el Apolo, nacido de la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría, estaba menos impulsado por la ciencia que el Artemis.

El nuevo programa lunar ha reclutado a socios comerciales como SpaceX y a las agencias espaciales de Europa, Canadá y Japón para acabar estableciendo una base de operaciones lunar a largo plazo como peldaño para viajes humanos aún más ambiciosos a Marte.

Hacer despegar la nave SLS-Orion es un primer paso clave. Su primer viaje tiene por objeto poner a prueba el vehículo de 5,75 millones de libras en un riguroso vuelo de prueba que empuje sus límites de diseño y, con suerte, demuestre que la nave es apta para transportar astronautas.

Si la misión tiene éxito, un vuelo Artemis II con tripulación alrededor de la luna y de vuelta podría llegar tan pronto como en 2024, para ser seguido dentro de unos años más con el primer aterrizaje lunar de astronautas del programa, uno de ellos una mujer, con Artemis III.

Anunciado como el cohete más potente y complejo del mundo, el SLS representa el mayor sistema nuevo de lanzamiento vertical que la agencia espacial estadounidense ha construido desde el Saturno V de la era Apolo.

Salvo dificultades de última hora, la cuenta atrás del sábado debería finalizar con el encendido de los cuatro motores principales R-25 del cohete y de sus impulsores gemelos de cohetes sólidos para producir 8,8 millones de libras de empuje, aproximadamente un 15% más de empuje que el Saturno V, enviando la nave espacial hacia el cielo.

Unos 90 minutos después del lanzamiento, la etapa superior del cohete impulsará a la Orión fuera de la órbita terrestre en dirección a un vuelo de 37 días que la llevará a menos de 60 millas de la superficie lunar antes de navegar 40.000 millas (64.374 km) más allá de la luna y volver a la Tierra. Se espera que la cápsula caiga en el Pacífico el 11 de octubre.

Aunque no habrá humanos a bordo, Orión llevará una tripulación simulada de tres personas -un hombre y dos mujeres- dotada de sensores para medir los niveles de radiación y otras tensiones que experimentarían los astronautas de la vida real.

Uno de los principales objetivos de la misión es probar la durabilidad del escudo térmico de la Orión durante la reentrada, ya que golpea la atmósfera terrestre a 24.500 millas (39.429 km) por hora, o 32 veces la velocidad del sonido, en su regreso de la órbita lunar, mucho más rápido que las reentradas más comunes de las cápsulas que regresan de la órbita terrestre.

El escudo térmico está diseñado para soportar la fricción de la reentrada, que se espera que eleve la temperatura en el exterior de la cápsula a casi 5.000 grados Fahrenheit (2.760 Celsius).

Con más de una década de desarrollo y años de retrasos y sobrecostes presupuestarios, la nave SLS-Orion ha costado hasta ahora a la NASA al menos 37.000 millones de dólares, incluyendo el diseño, la construcción, las pruebas y las instalaciones en tierra. La Oficina del Inspector General de la NASA ha proyectado que los costes totales de Artemis ascenderán a 93.000 millones de dólares en 2025.

La NASA defiende el programa como un impulso a la exploración espacial que ha generado decenas de miles de puestos de trabajo y miles de millones de dólares en comercio.