La medida se produjo después de que Rusia reconociera formalmente dos regiones escindidas en el este de Ucrania.

El proyecto energético más conflictivo de Europa, con un valor de 11.000 millones de dólares, se terminó en septiembre, pero ha quedado parado a la espera de la certificación de Alemania y la Unión Europea.

El gasoducto estaba destinado a aliviar la presión sobre los consumidores europeos que se enfrentan a precios récord de la energía en medio de una crisis más amplia del coste de la vida, y sobre los gobiernos que ya han desembolsado miles de millones para intentar amortiguar el impacto sobre los consumidores.