Arabia Saudí está transformando su economía reduciendo su dependencia del petróleo. El país, que se enfrenta a presiones presupuestarias por su dependencia de las fluctuaciones de la producción y los precios del petróleo, quiere cambiar esta situación. Históricamente, Arabia Saudí ha podido ajustar su política fiscal, incluso congelando los salarios, lo que le da una flexibilidad de la que carecen otros países, en particular las democracias occidentales desarrolladas.
El balance de Arabia Saudí sigue siendo sólido, con un ratio deuda/PIB del 30%. El país aún puede emitir deuda en los mercados internacionales y dispone de importantes reservas fiscales y de divisas.
En cuanto al crecimiento económico, la ejecución de todos los proyectos previstos podría sobrecargar la economía. Aunque no hay confirmación oficial de que estos proyectos vayan a reducirse, tal medida sería bien acogida por los inversores, ya que limitaría la presión sobre las finanzas públicas y las cuentas exteriores.
Para atraer más inversión extranjera directa, Arabia Saudí debe superar una serie de retos estructurales, sobre todo diversificando su economía más allá del petróleo. Las reformas necesarias deben mejorar los marcos jurídico, institucional y reglamentario para reforzar el entorno empresarial. Estas reformas deben tener como objetivo mejorar la transparencia y reforzar los derechos de propiedad.

Vídeos de Bloomberg, proporcionados por MT Newswire