El borrador, visto por Reuters, decía que la UE debería moverse rápidamente para empezar a comprar gas de forma conjunta, una idea sugerida por la UE el año pasado para utilizar el peso del bloque como mayor mercado mundial de gas para negociar precios más bajos, pero que aún no ha puesto en práctica.

Al mismo tiempo, los países también deben acelerar las conversaciones con proveedores fiables "para garantizar el suministro de gas de cara al invierno 2023/2024 con vistas a celebrar contratos a largo plazo", dice el borrador, que podría cambiar antes de ser adoptado por los líderes.

Rusia era el principal proveedor de gas de Europa, pero ha cortado la mayoría de las entregas europeas desde su invasión de Ucrania en febrero, disparando los precios de la energía y llevando a los países de la UE a asegurarse suministros adicionales de Argelia, Noruega y Estados Unidos.

Bruselas ha afirmado que la mayor parte de los suministros rusos deben ser desplazados por energías renovables de producción local y ahorro energético, para garantizar que la UE cumple sus objetivos en materia de cambio climático. El borrador de la declaración de los líderes también decía que tales inversiones deberían intensificarse.

La UE está negociando una propuesta de ley que prohibiría a los países firmar contratos de gas que emitan CO2 con una duración superior a 2049, para evitar que dichos contratos frustren el objetivo de la UE de alcanzar unas emisiones netas nulas de gases de efecto invernadero para 2050.

La UE también se ha comprometido a reducir sus emisiones netas de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030, con respecto a los niveles de 1990. Según las propias estimaciones de la UE, eso supondría una reducción del consumo total de gas del 30%, o 100.000 millones de metros cúbicos, para 2030.

"Al tener que sustituir la mayor parte de los suministros de gas ruso, tiene sentido que Europa suscriba contratos a largo plazo", afirmó Simone Tagliapietra, Senior Fellow del think-tank Bruegel.

Tagliapietra afirmó que dichos contratos no tienen por qué incumplir los objetivos climáticos del bloque, pero no deben impedir que la UE redirija los flujos de gas a los países asiáticos que planean un cambio más lento del gas en el camino hacia alcanzar las emisiones netas cero, si el combustible ya no es necesario en Europa.