En su intervención en una sesión informativa del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre Malí en Nueva York, el ministro Abdoulaye Diop repitió las acusaciones de que Francia había violado su espacio aéreo y entregado armas a los militantes islamistas que han estado librando una ofensiva en el norte de Malí durante la última década.

Francia lo ha negado. Sus relaciones con Malí se han agriado desde el golpe de Estado de agosto de 2020 y está retirando las tropas enviadas en 2013 para ayudar a combatir la insurgencia.

"Es necesario que haya una reunión específica del Consejo de Seguridad que nos permita sacar a la luz las pruebas relativas a las duplicidades, los actos de espionaje y los actos de desestabilización llevados a cabo por Francia", dijo Diop.

"El gobierno de Malí se reserva el derecho de ejercer su derecho a la autodefensa... si Francia sigue socavando la soberanía de nuestro país y atentando contra su integridad territorial y su seguridad nacional", añadió.

El representante de Francia negó las acusaciones "difamatorias", defendió su intervención en Malí como totalmente transparente y dijo que el país nunca había violado ningún espacio aéreo.

Diop también negó las violaciones de los derechos humanos por parte del ejército maliense denunciadas por la ONU y otros grupos.

Varios informes, incluida la última evaluación del Secretario General de la ONU, acusan a los soldados malienses y a los mercenarios rusos que colaboran con el gobierno militar de abusar y matar a civiles sospechosos de connivencia con los yihadistas.

Diop calificó las acusaciones de "infundadas" y advirtió del peligro de "instrumentalizar" las cuestiones de derechos humanos.

Dijo que la salida de cientos de tropas extranjeras no crearía un vacío de seguridad.

Otros países europeos han puesto fin a su participación militar en Malí este año, citando a menudo la colaboración de la junta con los combatientes rusos.

Desde entonces, los militantes islamistas han avanzado más en el este de Malí, apoderándose del territorio y matando a cientos de civiles mientras otros miles huían.

Cuatro miembros de las fuerzas de paz de la ONU murieron el lunes en otro ataque en el norte del país.

Malí se enfrenta a la inestabilidad desde 2012, cuando militantes islamistas se apoderaron de una rebelión tuareg en el norte.

Francia intervino para ayudar a expulsarlos. Pero los militantes -algunos con vínculos con Al Qaeda y el Estado Islámico- se han reagrupado desde entonces y se han extendido por el Sahel y más al sur hacia los estados costeros.