Mientras prosiguen las delicadas negociaciones, Rusia se mantiene firme en su exigencia de que se rediseñen los acuerdos de seguridad posteriores a la Guerra Fría en Europa.

En concreto, Rusia insiste en que la OTAN detenga cualquier nueva ampliación, impida que Ucrania se una a la alianza y retire las fuerzas y el armamento de los países de Europa del Este que entraron en la OTAN tras la Guerra Fría.

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, reafirmó el jueves la posición de Moscú: "En cuanto a la cuestión principal, no hay ninguna reacción positiva en el documento. La cuestión principal es nuestro claro mensaje de que consideramos inaceptable una mayor expansión de la OTAN hacia el Este y el despliegue de armamento, que puede amenazar a la Federación Rusa".

Pero un día antes, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, aunque no reveló los detalles de la respuesta de Estados Unidos, dejó claro que bloquear la expansión de la OTAN no era una opción.

"La puerta de la OTAN está abierta, sigue abierta, y ese es nuestro compromiso".

Mientras tanto, Rusia ha continuado con los simulacros militares cerca de su frontera con Ucrania, donde ha concentrado unos 100.000 soldados, provocando los temores occidentales de una invasión.

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo el jueves que Moscú necesitaba tiempo para revisar el documento de Estados Unidos, así como uno presentado por la OTAN, y que no se apresuraría a sacar conclusiones... pero que las respuestas a las demandas clave de Rusia no dejaban mucho espacio para el optimismo.

Estados Unidos pidió el jueves a China que utilizara su influencia con Rusia para instar a una solución diplomática a la crisis, pero los expertos en política dudaron de que Pekín respaldara a Washington en el enfrentamiento.