La nación más poblada de África lucha en el norte contra la inseguridad de bandas armadas que atacan pueblos y carreteras y secuestran a personas para pedir rescate, y contra una larga insurgencia que ha matado a miles de personas y desplazado a millones más.

El ejército nigeriano consiguió en octubre la liberación de los 23 rehenes restantes del ataque al tren. El gobierno del presidente Muhammadu Buhari había dicho que el servicio de trenes sólo se pondría en marcha una vez liberados todos los rehenes.

"Estamos empezando de nuevo y rezo para que no se repita esa fea incidencia por la gracia de Dios", dijo Ganiyat Adesina-Uthman, un profesor que viajaba a Kaduna por primera vez desde marzo.

Se exigió a los pasajeros que facilitaran los números de identificación nacional, mientras que había seguridad armada a bordo del tren.