Por Ayenat Mersie

NAIROBI (Reuters) - Para las lesbianas y los gays de Kenia, una sentencia del Tribunal Supremo que permite al organismo de derechos que representa sus intereses registrarse como organización no gubernamental ha resultado ser una bendición con altibajos.

La sentencia de febrero a favor de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Gays y Lesbianas (NGLHRC) revocó una prohibición que le había impuesto la junta nacional que regula las ONG, y fue acogida por la comisión como una pequeña afirmación del lugar que ocupan los kenianos LGBTQ en la sociedad.

Pero, en un país donde los actos sexuales entre personas del mismo sexo siguen estando castigados con hasta 14 años de cárcel, la sentencia también ha provocado una reacción amenazadora.

El presidente William Ruto declaró que, aunque respetaba la decisión del tribunal supremo, "no significa que tengamos que estar de acuerdo con ella", una reacción menos hostil que la de muchos otros políticos destacados.

Mientras tanto, los activistas de la NGLHRC han denunciado un aumento de las amenazas contra la comunidad. Las llamadas que ha recibido denunciando abusos, incluidas agresiones, amenazas y discriminación, aumentaron de 78 en enero a 117 en febrero y 367 en marzo, según la comisión.

Entre las víctimas se encuentra una lesbiana de 31 años que la semana pasada iba en la parte trasera de una mototaxi en las afueras de la capital, Nairobi, cuando la pararon unos 10 motoristas.

La rodearon, la empujaron y le gritaron que sabían que era "una de ellos" -es decir, gay- antes de que una pareja que pasaba por allí interviniera y la multitud se dispersara, según declaró a Reuters la mujer, que pidió que no se revelara su nombre.

"Las cosas han empeorado tras la sentencia y la reciente introducción en Uganda del proyecto de ley contra la homosexualidad", dijo, refiriéndose a un proyecto de ley aprobado por el parlamento de la vecina Uganda el mes pasado que introduciría la pena de muerte para algunos actos sexuales entre personas del mismo sexo.

Por ahora, Kenia sigue considerándose un relativo refugio para las personas LGBTQ en una región hostil. A diferencia de lo que ocurre en muchos de los más de 30 países africanos en los que las relaciones entre personas del mismo sexo son ilegales, su ley antigay de la época colonial rara vez se aplica.

La sentencia del tribunal afirmaba que la prohibición de la junta de la ONG a la NGLHRC violaba las libertades constitucionales de asociación y las protecciones contra la discriminación.

Sin embargo, los registros de la NGLHRC muestran que la discriminación - por parte de empleadores, caseros y proveedores de atención sanitaria - va en aumento, y un legislador ha amenazado con presentar un proyecto de ley que imponga cadena perpetua por actos homosexuales.

Para Kevin Mwachiro, activista LGBTQ desde hace 15 años, ésta es la época más difícil que ha vivido la comunidad dentro de Kenia.

"La gente... siente que tiene derecho a atacarte. Y sienten que tienen ese derecho por lo que se ha dicho en la prensa, por lo que ha dicho el gobierno", afirmó.