La empresa espera tener los resultados de las pruebas de los aparatos restantes implicados en la retirada a finales de año.

Philips, con sede en Ámsterdam, ha estado lidiando con las consecuencias de la retirada mundial de millones de respiradores utilizados para tratar la apnea del sueño desde que se anunció en junio de 2021 ante la preocupación de que la espuma utilizada en las máquinas pudiera resultar tóxica.

Afirmó que era "improbable que la exposición a emisiones de partículas y compuestos orgánicos volátiles procedentes de la espuma degradada de los dispositivos DreamStation provocara un daño apreciable para la salud de los pacientes".

Philips ya había dicho el año pasado que las pruebas indicaban que la degradación de la espuma era muy poco frecuente y estaba vinculada al uso de productos de limpieza no autorizados a base de ozono.

Ahora añadía que también era improbable que la degradación de la espuma como resultado de dicha limpieza provocara un daño apreciable.