Decenas de camiones fueron destruidos, según un comunicado del ejército.

El asalto tuvo lugar en la comuna de Gaskinde, en la provincia de Soum, una zona donde los yihadistas vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico han intensificado los ataques y se han apoderado del territorio desde 2015.

Los militantes han bloqueado varias zonas, lo que ha obligado al gobierno a recurrir a los convoyes y a los lanzamientos aéreos para entregar bienes esenciales a los civiles atrapados.

El convoy, que iba con escolta militar, llevaba suministros a la ciudad de Djibo, a poco más de 20 km (12 millas) de Gaskinde.

Un vídeo compartido en Internet mostraba a la gente luchando por recuperar los bienes de al menos una docena de camiones en llamas y una columna de humo que se extendía por los matorrales.

Otro vídeo mostraba a multitudes dando la bienvenida a los vehículos del convoy que habían sobrevivido al ataque y habían llegado a Djibo.

Reuters no ha podido verificar las imágenes.

La inseguridad ha aumentado en todo el Sahel de África Occidental durante la última década a medida que la insurgencia islamista que echó raíces en Malí ha ido ganando terreno. Miles de personas han muerto y más de dos millones han sido desplazadas a pesar de la presencia de tropas extranjeras y de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas.

Los insurgentes han minado carreteras, asediado ciudades, destruido instalaciones de agua y socavado los esfuerzos para reabastecer el norte y el este de Burkina Faso, cada vez más aislados.

Al menos 35 civiles murieron el 6 de septiembre cuando un vehículo de un convoy chocó con una bomba colocada al borde de la carretera entre las ciudades norteñas de Djibo y Bourzanga.

La frustración por la espiral de violencia provocó un golpe militar contra el ex presidente de Burkina Faso, Roch Kabore, en enero. Pero la junta militar en el poder también ha tenido problemas para frustrar los atentados.