Leyendo las columnas matinales de Eduardo Quinonez, ya se sabe que los bancos centrales se dividen en dos categorías: los de línea dura "hawkish", por un lado, y los de línea blanda "dovish", por otro. Más que la decisión de política monetaria, la postura refleja la verdadera inclinación del banco central. Por ejemplo, aunque el BCE subió los tipos hace quince días, también adoptó una postura más dovish, centrando su comunicación en el probable final del ciclo de endurecimiento monetario. El Banco de Japón, por su parte, ha dejado poco lugar a dudas: ha mantenido los tipos sin cambios y ha abogado por la continuación de su política ultraacomodaticia.

Ami, ¿puedes oír el vuelo negro de los halcones sobre nuestras cabezas?

La situación se endurece y se vuelve más dura "hawkish" con el Banco Nacional Suizo (BNS), que ha dejado los tipos sin cambios en el 1,75% para no penalizar (demasiado) el crecimiento, al tiempo que deja claro que no se descartan nuevas subidas de tipos para combatir la inflación. No puede decirse lo mismo del Banco de Inglaterra (BOE), que, tras dejar los tipos sin cambios en el 5,25%, se ha unido al bando de los que creen que los tipos deben mantenerse altos durante mucho tiempo. Lo que nos lleva al caso de la Reserva Federal (FED), que hizo prácticamente lo mismo. La Reserva Federal estadounidense se atuvo a sus previsiones: los tipos se mantendrán en el 5,50% en septiembre, pero si se analiza más detenidamente, la mayoría de los miembros del comité se plantean un nuevo endurecimiento de aquí a finales de año, al tiempo que mantienen una previsión de tipos por encima del 5% para todo el año que viene. Al menos, eso es lo que revela el gráfico de puntos (el dot-plot) que figura a continuación.

Dot Plot
Fuente: Bloomberg 

También cabe señalar que los miembros de la Fed en su conjunto se muestran más halcones "hawkish" que en junio, señal de que la subida del petróleo y sus implicaciones han tenido ciertamente un efecto. Esto ha sido todo lo que ha hecho falta para que los rendimientos estadounidenses a 10 años superen los máximos registrados el pasado mes de octubre en el 4,33%, allanando el camino para una continuación de la tendencia alcista hacia el 5%. El efecto colateral es volver a presionar a la renta variable estadounidense, con un mayor riesgo para los valores tecnológicos.