El viernes pasado, el PCE subyacente deflactado, uno de los indicadores de inflación favoritos de la Reserva Federal estadounidense, se situó ligeramente por encima de las expectativas, en el +4,4% interanual, frente al +4,3% previsto. Esta cifra contrasta con el +4,2% publicado en marzo. En general, cualquiera que sea el indicador utilizado, la inflación se estabiliza en lugar de disminuir. Esto se hace eco del estudio de Goldman Sachs que mencionábamos hace quince días, según el cual "la Fed rara vez ha seguido una pausa con recortes [de tipos] en los seis meses siguientes cuando el mercado laboral estaba tenso".

Fuente: Bloomberg 

Parece que los inversores empiezan a incorporar este nuevo paradigma en sus estimaciones, ya que, según Fedwatch, la probabilidad de una subida de tipos en junio pasó del 24% el 28 de abril al 64% el 26 de mayo. Al mismo tiempo, el rendimiento estadounidense a 2 años ha puesto a prueba un nivel clave en el 4,61%. Cualquier ruptura allanaría el camino hacia nuevos máximos anuales, más allá del 5,08% alcanzado en marzo. Al mismo tiempo, seguiremos vigilando la resistencia en el 2,55% del rendimiento alemán a 10 años.