Turquía pasará a una contabilidad ajustada a la inflación, pero las instituciones financieras podrían quedar excluidas de esta práctica, declaró a última hora del martes el ministro de Finanzas, Mehmet Simsek.

Los balances de las empresas turcas a finales de 2023 se ajustarán a la inflación, y se espera que esta práctica continúe hasta 2026 debido a las actuales previsiones de inflación, según declaró el Ministerio de Hacienda a Reuters la semana pasada, un cambio que, según los analistas, afectaría en mayor medida a los bancos del país.

"Pasaremos a una contabilidad basada en la inflación. Tal vez haya una excepción para las instituciones financieras y no las incluyamos en la práctica. Pero aparte de eso, pasaremos a esa práctica", dijo Simsek a una comisión parlamentaria.

La administración de ingresos del Tesoro publicó este mes un proyecto de reglamento en el que se detalla el paso a la contabilidad de inflación.

La inflación anual de los precios al consumo turcos ascendió al 61,53% en septiembre, el último dato disponible.

En los dos últimos años, las empresas han intentado protegerse de la elevada inflación comprando activos fijos en lugar de dejar el dinero en cuentas bancarias. Se espera que las que han recurrido a activos fijos no monetarios obtengan mayores beneficios y paguen impuestos correspondientemente más altos en 2024.

Los bancos turcos, que vieron cómo el aumento medio de sus beneficios se ralentizaba hasta el 50% en el primer semestre de este año tras un incremento del 366% en 2022, estarían entre los más afectados negativamente por el paso a una contabilidad ajustada a la inflación, según los analistas.

"Los bancos declararán quizá una cuarta parte de los beneficios que solían declarar", declaró la semana pasada Soner Gokten, profesor adjunto de contabilidad y finanzas de la Universidad Baskent de Turquía. (Reportaje de Nevzat Devranoglu; Redacción de Huseyin Hayatsever; Edición de Jamie Freed)