En junio entró en vigor una ley estadounidense que prohíbe la importación de productos fabricados con trabajos forzados procedentes de Xinjiang, en respuesta al trato de Pekín a la minoría musulmana uigur de China, que Washington ha calificado de genocidio.

"Ha llegado el momento de que la industria automovilística establezca modelos de cadena de suministro de alto nivel fuera de la región uigur que protejan los derechos laborales y humanos y el medio ambiente", declaró el presidente de la UAW, Ray Curry.

La UAW citó un nuevo informe publicado por investigadores de la Universidad británica Sheffield Hallam sobre el uso que hace la industria automovilística del acero, el aluminio y el cobre, las baterías, los componentes electrónicos y otros componentes producidos en Xinjiang.

"Entre la extracción/elaboración de materias primas y la fabricación de autopartes, descubrimos que prácticamente todas las piezas del automóvil requerirían un mayor escrutinio para garantizar que están libres de trabajo forzado uigur", señala el informe. "En algunos casos, el trabajo forzoso uigur es evidente en múltiples pasos" de la fabricación de piezas, la minería, el refinado, la prefabricación y el montaje, añadía.

Pekín niega los abusos en Xinjiang, pero afirma que ha establecido "centros de formación profesional" para frenar el terrorismo, el separatismo y el radicalismo religioso. La embajada china en Washington no hizo comentarios inmediatamente el martes.

La Alianza para la Innovación Automotriz, una asociación comercial estadounidense que representa a General Motors, Toyota Motor, Volkswagen, Hyundai Motor y otros fabricantes de automóviles, no hizo comentarios de inmediato.

Curry pidió al gobierno estadounidense que "dedique los recursos necesarios para que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) pueda identificar y prohibir eficazmente la importación de productos fabricados con trabajo forzado".

En julio, Thea Lee, subsecretaria adjunta de Asuntos Internacionales del Departamento de Trabajo estadounidense, declaró a Reuters: "mi mensaje a las empresas ha sido: 'Tienen que empezar a tomarse esto en serio".