Los fiscales habían dicho que Josef S., miembro de las SS paramilitares del partido nazi, ayudó a enviar a 3.518 personas a la muerte en el campo de Sachsenhausen, al norte de Berlín, montando regularmente guardia en la torre de vigilancia entre 1942 y 1945.

El juicio duró casi nueve meses, ya que los médicos dijeron que el hombre, cuyo nombre completo no fue revelado debido a las normas alemanas de información sobre juicios, sólo estaba parcialmente en condiciones de ser juzgado, y las sesiones se limitaron a dos horas y media al día.

Algunas personas internadas en Sachsenhausen fueron asesinadas con Zyklon-B, el gas venenoso que también se utilizó en otros campos de exterminio donde murieron millones de judíos durante el Holocausto.

Sachsenhausen albergó principalmente a prisioneros políticos de toda Europa, junto con prisioneros de guerra soviéticos y algunos judíos.

En los últimos años ha habido una oleada de acusaciones contra antiguos guardias de los campos de concentración por crímenes contra la humanidad de la Segunda Guerra Mundial. En septiembre, una antigua secretaria de campo se dio a la fuga el día en que iba a comenzar su juicio, pero fue capturada por la policía horas después.

Una sentencia judicial de 2011 allanó el camino para estos procesamientos, afirmando que incluso aquellos que contribuyeron indirectamente a los asesinatos en tiempos de guerra, sin apretar el gatillo o dar una orden, podían tener responsabilidad penal.

El abogado de la defensa, Stefan Waterkamp, dijo que su cliente apelaría la sentencia del martes y que un tribunal superior decidiría si el "servicio de guardia general sin participación concreta" proporcionaba motivos suficientes para tal veredicto.