Pero a partir del 1 de julio de 2023, inicio de la nueva campaña de comercialización, el mayor comerciante agrícola del mundo, Cargill, así como los grupos Louis-Dreyfus (LDC) y Viterra, se contentarán con fletar buques para recoger los cargamentos, con el fin de evitar una ruptura de la cadena mundial de suministro.

Dejarán de intervenir en tierra y se limitarán a realizar las entregas", resume Damien Vercambre, de Inter-Courtage. Estos gigantes han mencionado en los últimos días "desafíos relacionados con las exportaciones de cereales que siguen creciendo", poco más de un año después del inicio de la guerra en Ucrania. Por ello, tendrán que desprenderse de las terminales portuarias y los silos del Mar Negro en los que habían adquirido participaciones.

Tanto Viterra como Louis-Dreyfus hablan de "opciones de transferencia a nuevos propietarios" para sus operaciones y activos rusos. 

"No me sorprendería que algunos de los activos siguieran en manos de los operadores, si los mismos equipos rusos siguen haciendo lo que hacen con otro nombre", declaró a la AFP Andrei Sizov, de la empresa rusa SovEcon. Según varios medios, la estadounidense ADM también está evaluando sus opciones en Rusia. Sin embargo, su presencia allí es "extremadamente limitada" y "sigue siendo fluida" hasta la fecha, declaró una portavoz a la AFP. Como consecuencia de estas inquietudes, la tonelada de trigo blando repuntó el miércoles más de un 11% en el mercado europeo, tras haber alcanzado un mínimo de 14 meses.

Arlan Suderman, de la correduría StoneX, dijo que la ausencia de multinacionales "suscita inquietud sobre la estabilidad de los flujos de grano que salen de Rusia". "Se espera que todo quede gradualmente bajo control estatal", con una considerable pérdida de transparencia, declaró a la AFP.

"Algo entre los bastidores"

Por otra parte, los operadores privados suelen ser más eficaces y "consiguen transportar los productos a menor precio", según el analista, con el riesgo de que las autoridades rusas tomen el relevo "penalizando la eficacia del sistema".

En cualquier caso, no será posible "aislarse del trigo ruso", señala Damien Vercambre. Sólo en marzo, el país exportó 4,7 millones de toneladas de trigo. Sus existencias son considerables, con una cosecha estimada en 104,2 millones de toneladas en 2022-2023 por la empresa Ikar. Al igual que Cargill, la mayoría de los comerciantes han justificado hasta ahora su permanencia en Rusia por la presencia de "instalaciones esenciales para alimentos y piensos".

Además, los productos agrícolas básicos, como los cereales, no se ven afectados por las sanciones occidentales. Entre ellos, los "ABCD" -ADM, Bunge, Cargill y Louis-Dreyfus- controlan "entre el 70 y el 90% del comercio mundial de cereales", declaró a la AFP la economista canadiense Jennifer Clapp. Desde hace varios años, Rusia intenta recuperar el control de su sector del trigo", declaró Damien Vercambre. Comprendiendo el carácter estratégico de esta materia prima, el banco VTB, cuyo director general es Andrei Kostin, próximo a Vladimir Putin, ha empezado a invertir en silos portuarios en 2019.

A los frenos ya existentes podría añadirse una nueva presión sobre los operadores extranjeros: la de un precio mínimo a las exportaciones rusas de trigo. Según Reuters, el Gobierno podría dejar de vender el preciado cereal si su precio cayera por debajo de un hipotético umbral, en torno a 270-280 euros por tonelada. Una restricción adicional que podría haber contribuido a la salida del "ABCD". Moscú no ha confirmado ni desmentido esta hipótesis, dejando a los mercados en la incertidumbre. "Sea como fuere, los cargadores extranjeros se marchan: algo está pasando entre bastidores", ha declarado Damien Vercambre.