Los ancianos y los residentes inmunodeprimidos, a los que se está dando prioridad en el programa, hicieron cola en los centros de salud locales para reforzar sus defensas contra un virus que ha infectado a más de 4 millones de indonesios.

"Me siento más segura", dijo Nurlaeni, de 77 años, tras recibir su refuerzo el miércoles por la mañana. "Ahora hay más Omicron, así que me siento aliviada".

"Para mí, para mi familia, esto protegerá nuestra salud", coincidió Rosita Wati, de 62 años, también en la cola. "Nuestra inmunidad será mejor".

El despliegue de refuerzos se produce en medio de la preocupación por la propagación de la variante Omicron en Indonesia, una nación en desarrollo densamente poblada que fue golpeada por una ola Delta paralizante en julio.

El martes Indonesia registró 802 nuevos casos, la cifra más alta en casi tres meses, y el ministro principal del gabinete, Luhut Panjaitan, afirmó que las cifras podrían alcanzar su punto máximo en febrero.

El presidente Joko Widodo anunció el martes que se ofrecerían refuerzos gratuitos a todas las personas que cumplieran los requisitos, después de que el debate inicial sobre cobrar por los refuerzos desatara la polémica.

El despliegue de refuerzos, para el que se han aprobado las vacunas Sinovac, Astra Zeneca, Pfizer y Zifivax, se está llevando a cabo en paralelo con el programa principal de vacunación COVID-19.

Indonesia se ha comprometido a vacunar a más de 208 millones de sus 270 millones de habitantes, pero menos del 56% de esa población objetivo ha recibido hasta ahora dos dosis de la vacuna COVID-19, según datos del Ministerio de Sanidad.

Los expertos afirman que las dudas sobre la vacuna y la logística en el extenso archipiélago han ralentizado la distribución.

Las vacunas de refuerzo en Indonesia se administrarán como medias dosis, en línea con los estudios que confirmaron la eficacia de esa dosis, dijo el ministro de sanidad Budi Gunadi Sadikin.