El gobierno de Orban anunció el mes pasado nuevos impuestos extraordinarios por valor de 800.000 millones de forints (2.190 millones de dólares) sobre los "beneficios extraordinarios" obtenidos por los bancos, las empresas energéticas y otras compañías, lo que golpeó las acciones de Budapest y sacudió a los inversores.

Las medidas son necesarias para financiar la costosa política de Orban de mantener bajo control las facturas de los servicios públicos de los hogares en un momento de aumento de los precios mundiales de la energía, así como las rebajas fiscales y otras medidas, que ayudaron a Orban a ser reelegido en una votación aplastante en abril.

La nueva tasa sobre el sector aéreo supone un impuesto de entre 10 y 25 euros sobre los pasajeros que salgan de Hungría a partir de julio.

"Este impuesto injustificado sobre el sector de las aerolíneas (que ha sido muy deficitario durante los dos últimos años) será perjudicial para el turismo y la economía húngaros, que dependen de las compañías aéreas para proporcionar conectividad, turismo y puestos de trabajo", dijo Ryanair en un comunicado.

"Este inoportuno y desacertado impuesto sobre los 'beneficios extra', que compara inexplicablemente a la deficitaria industria de la aviación con las enormemente rentables compañías petroleras y energéticas, ha hecho que Hungría deje de ser competitiva y sea menos atractiva para las aerolíneas y los turistas".

Un portavoz del gobierno húngaro no respondió inmediatamente a las preguntas enviadas por correo electrónico en busca de comentarios.

Ryanair dijo en respuesta al nuevo impuesto que se vería obligada a trasladar su capacidad de crecimiento a países que están trabajando para restablecer el tráfico.

La compañía rival Wizz Air dijo el mes pasado que la industria aérea tardaría mucho tiempo en volver a los niveles de ingresos y rentabilidad anteriores a la pandemia del COVID-19. Dijo que el impuesto dificultaría la recuperación del sector turístico.

La unidad de Deutsche Telekom, Magyar Telekom, recortó el domingo sus previsiones de beneficios para 2022 como consecuencia de los nuevos impuestos a las empresas, mientras que los bancos de Hungría afirmaron que los gravámenes podrían perjudicar su capacidad de préstamo.

El mayor prestamista independiente de Europa Central, el Banco OTP, dijo que el nuevo impuesto le costaría 78.300 millones de forints sólo este año.

(1$ = 364,8100 forints)