El crecimiento más notable procedió del crecimiento orgánico, que alcanzó el 10,1% y se debió íntegramente a las acertadas subidas de precios. Está claro que el coñac representa una cobertura insospechada contra la inflación.

Prueba de este poder de fijación de precios poco común es que Rémy Cointreau vende algunas de sus bebidas espirituosas a hasta 80.000 euros la botella. Hasta hace poco, sus acciones cotizaban entre 40 y 50 veces su beneficio; los persistentes rumores de adquisición por LVMH contribuyeron sin duda a mantener esta valoración récord.

Pero los tiempos cambian, y también el apetito de riesgo de los inversores. Las valoraciones bursátiles han caído recientemente por debajo del umbral de x30 beneficios, e incluso por debajo de x25 beneficios previstos por los analistas para dentro de dos años.

Este enfriamiento de los ánimos no ha perdonado a Campari, el comparable directo del grupo francés. Los gigantes ultradiversificados como Diageo y Pernod Ricard también se están desinflando, con valoraciones que se desinflan entre 35x y 20x beneficios de media.

Bajo la dirección de Eric Vallat, antiguo empleado de Richemont, Rémy Cointreau se está centrando claramente en el segmento de lujo, como demuestran los detalles de sus objetivos estratégicos a alcanzar para 2029-2030. Es la opción más rentable y la única forma de destacar en un mercado de licores ultrasaturado.

El coñac ha pasado de moda en Europa, pero sigue siendo un éxito en Estados Unidos y, sobre todo, en China. El crecimiento de las ventas en el ciclo largo -2013-2023- es modesto, pero a fuerza de subir los precios, Rémy Cointreau ha duplicado con creces sus beneficios.

Es un resultado impresionante, aunque plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo. Para responder a esta pregunta, el grupo se ha embarcado en un programa de diversificación, por ejemplo en whisky con la adquisición de Domaine des Hautes Glaces, en champán con la de J. De Telmont, y en ginebra con The Botanist.

Las perspectivas son alentadoras: el crecimiento orgánico en estos segmentos -que, ciertamente, sólo representan el 11,5% de las ventas- ha alcanzado el 18,1%, superando al del segmento del coñac. Si el equipo de gestión funciona tan bien en estos nuevos puntos de venta como lo ha hecho con el coñac, lo mejor puede estar aún por llegar.

En el lado negativo, porque tiene que haber un lado negativo, el Grupo sufre crónicamente de una generación de tesorería que se ve exprimida por las inversiones en instalaciones de producción y las necesidades de capital circulante.

El corolario de esta dinámica es que cuenta con 1.800 millones de euros de existencias en su balance, cuyo valor aumenta -o se espera que aumente- con el paso de los años.